Como cada año, siempre que nos es posible, presentamos los puertos que se ascienden en la carrera ciclista más importante de nuestra región. El análisis de esta edición lo vamos a circunscribir a su etapa reina ya que, si bien la ronda cuenta con alguna otro ascenso interesante, como el puerto de las Hortichuelas camino de Alcalá la Real, o el propio repecho del castillo de la Mota en la localidad jiennense y la subida a Mijas en la primera etapa, la reclusión obligada por COVID nos ha impedido desplazarnos a tomar datos in situ, según nuestro habitual modus operandi.
La Sierra de Segura, en cambio, la tenemos «peinada» desde hace tiempo, al menos en lo que respecta a los principales puertos, mientras que nuestro colega y colaborador, El Duende del pocico, nos ha cedido las altimetrías de esos otros ascensos «menores» que, curiosamente, serán completamente decisivos por su emplazamiento en la etapa, tanto al inicio como al final.
De la etapa en sí lo que nos parece más relevante es la incorporación, por fin, de esta zona en una carrera profesional con el debido protagonismo que merece: como etapa decisiva -al menos a priori lo parece- merced a la inclusión de una buena ración de puertos. Obviamente no están todos los que son, porque no caben, pero la selección y el diseño nos parecen muy acertados y atractivos.
De inicio, saliendo de Beas de Segura, tendrán que afrontar los casi tres km. de subida del Portillo de Beas, aunque buena parte del mismo lo harán en la neutralizada. Y desde ahí hasta el primer puerto de la jornada, Cañada Catena, el terreno es irregular, pero con tendencia ascendente, por carretera buena, aunque estrecha y revirada.
El descenso es rápido y corto y nos deja al mismo pie del siguiente puerto, quizás el de mayor dificultad de la jornada. En Cortijos Nuevos empieza el ascenso al Yelmo, cuya cumbre sin salida no alcanzarán los ciclistas, sino que coronarán en el que denominamos como Alto del Campillo que, en cualquier caso, es un más que respetable puerto de primera categoría. Hasta El Ojuelo no se va a poner la cuesta seria, pero desde este punto se suceden varios kilómetros que superan el 8% de pendiente media con picos superiores al 10%. Carretera estrecha, rugosa, entre arbolado… Aunque por desgracia ni tan duro ni tan espectacular como los kilómetros finales del Yelmo que, seguramente, podremos disfrutar merced a la retransmisión de TV.
El descenso del Yelmo es pendiente de inicio -esperemos, por cierto, que hayan arreglado la carretera-, pero posteriormente muy tendido, incluso con algún repecho, hasta acabar en falso llano camino de La Toba. Siempre por carretera estrecha y con curvas. Esta pequeña población se encuentra a la otra orilla del Segura, así que cruzamos un estrecho puente y justo damos inicio al tercer puerto de la etapa, el Alto de Despiernacaballos, denominado por la organización según la población inicial.
La pista de Despiernacaballos fue asfaltada hace unos años y nos ha regalado a los amantes de los puertos un precioso ascenso que, por si fuera poco, cuenta con unos números muy apañados. Se trata de 8 km. verdaderamente serios con continuas puntas de doble dígito para acabar cediendo en los últimos 3 kilómetros previos a empalmar con la carretera nueva de Santiago de la Espada a Hornos.
Esta carretera será la que tengan que recorrer los ciclistas para bajar, por donde mismo bajó también la Vuelta Ciclista a España hace años camino de Villacarrillo. Se trata, quizás, del puerto de paso más duro de la zona… esperamos que se haga en sentido ascendente a no mucho tardar. En cualquier caso, su descenso tiene miga, no por ser especialmente técnico, ya que la carretera es buena y bastante ancha, sino porque cuenta con varios repechos de esos que dejan las piernas temblando cuando vamos relajados en plena bajada.
Tras Hornos, otro corto descenso y giramos a la derecha camino, nuevamente, de Cortijos Nuevos, aunque la carrera deja ahora a un lado El Yelmo en pos de Segura de la Sierra, población cabecera de estos parajes. El ascenso a Segura tiene su miga y, de hecho, no termina en la población -una gozada su travesía: murallas, iglesias, el castillo…-, sino que tiene continuidad camino de Siles, aunque muy irregular, hasta acumular unos números globales sumamente interesantes con casi 17 kilómetros al 4%, coronando precisamente en el cruce de Siles y que podrían haber puntuado perfectamente como primera categoría.
Girarán a la izquierda los ciclistas y abandonarán las buenas carreteras de que venían gozando desde Santiago-Pontones, porque el camino de Siles vuelve a ser estrecho y sinuoso. Si no ha mediado arreglo desde que anduvimos por allí, el asfalto tampoco debe andar muy allá. Aún no encontrarán bajada franca, sino que al llegar al área recreativa de las Acebeas habrán de afrontar el repecho del puerto del Tambor, de poco más de un kilómetro por esta vertiente y sin grandes dificultades. Y ya desde el Tambor sí que comienzan el descenso del puerto propiamente dicho.
Se trata, a buen seguro, del descenso más técnico de la jornada… desde aquí lo avisamos. Y de uno de los puertos más recomendables de la Sierra de Segura. Tomen buena nota, aunque quizás por el arbolado no se pueda disfrutar en todo su esplendor por la TV.
Los últimos dos kilómetros, ya sin apenas pendiente, conducen a las inmediaciones de Siles, localidad por donde la carrera no va a llegar a transitar, ya que seguirán en dirección oeste camino de Torres de Albánchez. Hasta Torres la carretera es buena y prácticamente llana, primero por una vía autonómica, luego por una provincial ya en el inicio de la penúltima dificultad de la etapa: el collado de los Yesos.
El puerto, tras un corto falso llano inicial, se va complicando en las inmediaciones de Torres para acabar sumando seis kilómetros que rondan siempre el 6-7% de pendiente media, a lo que se une el estado del firme una vez atravesada la población, que no estaba muy allá cuando lo midió El Duende del pocico. También cabe esperar que la dureza acumulada durante la etapa empiece a pasar factura entre los miembros del pelotón…
A lo que nos comenta, el descenso hacia Villarrodrigo tiene su gracia por aquello de la estrechez del asfalto y su posible mal firme. En cualquier caso se trata de un descenso breve que, sin solución de continuidad, nos deja en el inicio del puerto de Onsares, donde se ubicará la meta de la etapa. De este ascenso, más suave que el anterior, sólo cabe esperar que la fatiga de la jornada y la intensidad que se presupone a los instantes finales de la etapa nos permitan ver unos últimos movimientos de interés, aunque sospechamos que la etapa, si alguien tiene intención de sentenciar la carrera, habrá que ponerla patas arriba desde lejos… Hay que apuntarla como uno de los platos fuertes de la temporada ciclista en lo que a espectáculo se refiere.
Eso sí, lo verdaderamente sorprendente es que la organización haya escogido este puerto como lugar para concluir la etapa, habida cuenta de que en su cima no hay absolutamente nada… ni mirador, ni explanada… nada, salvo la salida hacia el pueblo que da su nombre al puerto, en los confines de la provincia jiennense allá donde limita con Albacete, en la Sierra de Alcaraz.
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