Altimetrías

La Covatilla, Sierra de Béjar.

Estado del firme:****

Dureza:***

Volumen de tráfico:**

Consejos y sugerencias: desde el cruce hasta la estación y pese a un primer tramo cómodo, se suceden fuertes rampas. La pendiente media puede resultar muy engañosa. Si sopla el viento, la dificultad se dispara.

La parte final del ascenso a la estación invernal de La Covatilla, salpicada de curvas de herradura, ofrece una magnífica panorámica de buena parte de la meseta salmantina.

25-9-2002. Vuelta a España. Una fecha y un evento que están íntimamente ligados a la presentación en sociedad de este majestuoso ascenso salmantino. Del trance de aquella 19ª etapa salió victorioso Santi Blanco (oriundo de Puerto de Béjar), ganador en su cumbre tras culminar con éxito una escapada, mientras que un bejarano, Roberto Heras, mantendría de aquélla el jersey oro para doble regocijo de los lugareños (aunque lo acabaría perdiendo a la postre tras la contrarreloj final).

Sus duras y tortuosas rampas han visto el paso de los ciclistas profesionales en distintas ocasiones desde 2002.

Ni el mejor de los sueños podría haber inspirado tan brillante puesta de largo para La Covatilla, aunque el transcurso de la etapa lo mediatizó la actuación de la llamada “Banda de la Covatilla” (esta denominación sobrevino, sin duda, por los acontecimientos que narramos), una grupeta de profesionales que, pese a militar en diferentes equipos, concedió ayuda -fue evidente para quienes siguieron la retransmisión televisiva- a Aitor González (compañero de entrenamientos y, sin duda, de correrías: no en vano también eran conocidos como “Banda de la Toalla”), ciclista que se estaba jugando la carrera contra Óscar Sevilla, su coéquipier, y el ya mencionado Roberto Heras.

Desde entonces su cima ha recibido el final de etapa en una terna de ocasiones más y la visita de miles de aficionados, cuantos gustan de imitar a sus ídolos del pedal.

El tránsito por Béjar en el primer paso sobre el río Cuerpo de Hombre.

Nuestra altimetría comienza en las mismas calles de Béjar buscando con suavidad por la antigua N-630 rumbo a la capital salmantina. Pronto, tras abandonar las calles de la población serrana -cuna de grandes ciclistas-, siempre por ligeras rampas y cuidándonos de no cometer error en los distintos cruces con que nos topamos, tomaremos el desvío en dirección a La Hoya. De hecho, este tramo inicial más suave -aunque con algún que otro tramo que «agarra»- hasta el cruce de la Estación de Esquí pertenece al denominado como Puerto de la Hoya, que nos va a servir de aperitivo para el duro ascenso final siempre, eso sí, que vengamos desde Béjar.

Buena carretera camino del Puerto de la Hoya (que no llegaremos a coronar, ya que encontraremos previamente el desvío hacia la Covatilla.

A las casi siempre cómodas rampas hay que añadirle el buen asfalto de que vamos a disfrutar y el inconveniente del tráfico -que tampoco nos pareció especialmente voluminoso-, que suele desaparecer al tomar el cruce hacia La Covatilla, a menos que ascendamos con la estación de esquí en pleno funcionamiento, claro.

Ya en la carretera que nos conduce a la estación invernal. Seguida de un descansillo se adivina con claridad la rampa que se avecina.

Precisamente, al poco de dejar atrás la pequeña población de La Hoya, encontraremos el mencionado desvío. Si inicialmente la cuesta no sólo ceja en su pendiente, si no que, además, nos permite una tregua en forma de falso llano, conviene no subestimar lo que no es más que un simple espejismo: pues, tan pronto como alcanzamos la primera curva de herradura -de las muchas que se van a suceder a partir de este punto-, la pendiente se va a disparar por encima del 10% dando comienzo a un duro tramo de poco más de cuatro kilómetros de longitud donde nos veremos obligados a poner toda la carne en el asador.

La dureza se deja sentir al instante en nuestras piernas.

La carretera, despejada de toda vegetación a excepción del siempre osado matorral, se nos muestra cada vez más espectacular tras cada curva que vamos trazando (y no van a ser pocas), permitiendo unas panorámicas excepcionales de la meseta salmantina, algunos embalses y, por supuesto, sierras colindantes.

La escasa vegetación, matorral en su mayor parte, permite disfrutar de excelentes panorámicas en todo momento.

El ascenso se nos revela irregular: a un fuerte rampón (con frecuencia del 15% e incluso más) acompaña un ligero descenso en la pendiente, aunque el respiro siempre nos resulta demasiado corto.

Tras un duro tramo en que se redoblan herraduras, encontraremos alguna zona algo más rectilínea, aunque en absoluto más llevadera.

Un poco más arriba la cuesta torna regular y la pendiente media cede unos cuantos puntos, antes de que, tras la última herradura, ya entrados en el km. 15, la carretera abandone el trazado sinuoso (sobre todo si lo comparamos con el continuo curveo previo) y se vuelva aún más escalonada incluso que antes, con continuados rellanos sucedidos de rampones de acusadas pendientes que, a simple vista, producen verdadero pavor, más aún cuando el viento sopla frontal.

Poco a poco se nos acaba el puerto. Completamente expuestos al viento, nos encomendamos a que brille por su ausencia.

Una última punta al 10% nos deja en la recta final donde, por fin, la cuesta se humaniza -como si se rindiera a nuestro esfuerzo- y coronamos al pie de las pistas, junto a un parking, a una cota muy cercana a los 2.000 m. de altitud tal como indica el cartel de la cima.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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