Altimetrías

Capileira, en la cara oculta del Veleta.

Nota: de momento presentamos el ascenso tal como se realizará en la Vuelta Ciclista a España 2015, ya que se puede iniciar desde una cota más baja y, así mismo, concluir a una más alta, a más de añadir un largo tramo terrizo perfectamente transitable por bici de carretera más allá de los 2.000 m. de altitud.

Estado del firme:****
Dureza:**
Volumen de tráfico: ***
Consejos y sugerencias: en un puerto tan largo, aunque sin rampas de exigencia, lo único recomendable es ir regulando bien las fuerzas, sobre todo si tenemos intención de continuar cuando acabe el asfalto. Por lo demás, llevar la cámara de fotos y olvidarnos del reloj.

El ascenso a Capileira y su continuación hasta donde la carretera lo permita es todo un puertazo bastante desconocido hasta que el 28 de agosto de 2015 fue ascendido en la Vuelta Ciclista a España.

La Alpujarra -o Las Alpujarras- es una famosa comarca granadina y almeriense que se sitúa al sur de Sierra Nevada llegando incluso a tocar la costa mediterránea. A más de la división provincial, existe otra subdivisión física que habla de Alpujarra Baja, Media y Alta, siendo esta última la que algunos consideran puramente como Alpujarra, aunque los pueblos pertenecientes a las otras dos conservan unas características arquitectónicas e históricas similares: pueblos blancos, serranos, de origen morisco y posteriormente repoblados tras la rebelión acaecida en el s. XVI.
Su ubicación en un emplazamiento privilegiado dota a la comarca de paisajes únicos en nuestra geografía, que hacen de la comarca un reclamo turístico interior de primer nivel y que, dada su privilegiada orografía, es uno de nuestros destinos favoritos para dar pedales.

Arriba, encaramado en la ladera, Cáñar, abajo Bayacas. La Alpujarra es un mosaico de pueblos diseminados por la ladera sur de Sierra Nevada.

En esta ocasión hemos escogido el ascenso a Capileira desde el río Guadalfeo o, lo que es lo mismo, la vertiente sur del pico Veleta, hasta la barrera que impide el paso de vehículos de motor sin permiso para tránsito (no olvidemos que nos vamos a introducir en un Parque Nacional).
[El río Guadalfeo separa la cordillera de Sierra Nevada de las sierras de Lújar y la Contraviesa, más meridionales y que miran hacia el Mediterráneo. Precisamente, en lo más profundo de este valle vamos a comenzar este hermosísimo ascenso que comparte inicio con otras subidas no menos interesantes: Lanjarón, Cáñar, Soportújar y Trevélez.

En el puente sobre el río Guadalfeo, camino de Órgiva, empezamos el ascenso.

Las rampas iniciales no supondrán mayor desgaste que ir calentando motores de cara a los km. finales, de mayor exigencia. Pero en primer lugar tendremos que alcanzar el pueblo de Órgiva y atravesarlo.
Es Órgiva el pueblo considerado como capital de la comarca alpujarreña y ello se percibe principalmente por el tráfico existente en sus proximidades y por el tamaño del caserío, bastante más grande de lo que es común encontrar por estas montañas. Se extiende por una pequeña planicie, muy fértil, de ahí que en época nazarí se denominara con el nombre de Albastch, “llanura”, por lo que durante muchos años fue conocido como Albacete de Órgiva.

Agradable callejeo por Órgiva, que incluye la vista exterior de alguno de sus principales monumentos.

Además, al no estar encaramado en las zonas altas, no guarda la estructura típica de otros pueblos alpujarreños como Capileira, Trevélez, Cáñar… Pero no carece de encanto la plaza, ya que goza de monumentos varios, como la Casa Palacio de los Condes de Sástago (ss. XVI-XVII), El Castillejo (vestigios de la fortificación construida allá por los ss. XI y XII) y, sobre todo, la iglesia de Ntra. Sra. de la Expectación que, aunque iniciada en 1580, se alza sobre una edificación del año 1045, según dejó al descubierto una obra de restauración.
A título de curiosidad, destacamos también la biblioteca del pueblo, ya que la Sala Cervantina “Agustín Martín Zaragoza” cuenta con 150 ejemplares en 42 lenguas diferentes y 3 dialectos de ‘El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha’… Ahí es nada.
Pero volvamos a los pedales. La travesía dulcifica unas rampas iniciales ya de por sí suaves, sin embargo, pronto alcanzamos la carretera que atraviesa transversalmente la Alpujarra (dejando a nuestra izquierda el pueblo de Lanjarón), punto donde la pendiente vuelve intensificarse ligeramente.]

Trazamos varias herraduras hasta superar el cruce de Cáñar.

Unas primeras herraduras terminan de dar sentido Este a nuestra dirección, no sin el continuo serpenteo de la carretera para salvar los barrancos, mientras vamos dejando pequeñas localidades a ambas márgenes de la carretera, el primero hacia Cáñar, con una carretera muy escénica que merecerá, sin duda, una entrada en nuestro blog; más tarde otros como Bayacas, Carataunas o Soportújar hasta alcanzar un altillo junto a una ermita.

Junto a una pequeña ermita y el cruce hacia el santuario budista de Soportújar, daremos por concluida la primer parte del ascenso.

Aquí, tras superar algo más de 600 m. de desnivel en unos 12 km. podríamos decir que concluye la primera parte del ascenso, interrumpida por un descansillo que, alternando llanos, descensos y algún repecho, se prolongará por espacio de más de tres kilómetros y medio hasta que nos introduzcamos en el Barranco del Poqueira.
Desde las cumbres más altas se deslizan las aguas de distintos arroyos que confluyen en el río que da nombre al barranco y que, merced al ingenio de la acequia, irriga los bancales que, pocos hoy día, aún se conservan, pese a la reconversión turística que ha sufrido la comarca.

Camino del Barranco del Poqueira la vegetación nos envuelve por momentos.

Lo escarpado del terreno por donde se derrama el Poqueira ha convertido el río en uno de los mayores puntos de interés para los aficionados al barranquismo que, pese a su peligrosidad, ponen a prueba su destreza en su cuasi vertical cauce.
A la fuerza y abundancia de sus aguas debemos la construcción de la llamada “casa de la luz” junto a la carretera, cuya utilidad pueden imaginar por su nombre.

Escalonados apreciamos los tres pueblos del barranco.

Ladera arriba, buscando los altos cielos que techan el pico Veleta, atisbamos solapadas las tres villas que atravesaremos en los próximos kilómetros: Pampaneira, Bubión y, finalmente, Capileira… Vergel alpujarreño.
Rompiendo la ladera a fuerza de herraduras, punto en que encontraremos las pendientes máximas del puerto, redoblamos el pedaleo hasta rozar el siempre cándido pueblo de Pampaneira.
La abrupta montaña despeña unos barrancos más profundos y ello, a su vez, propicia un cada vez más atrevido trazado en la carretera hasta que, saliendo del pueblo, deja de serpentear.

El barranco, cada vez más profundo, provoca que la carretera siga un trazado por momentos osado.

Cuando estamos a punto de abandonar el barranco camino de Trevélez, un cruce a izquierdas junto a un mirador nos indica el camino hacia Bubión y Capileira, que es por el que vamos a optar en esta ocasión.
Con el Veleta enseñoreándose desde las nevadas cumbres de la montaña, proseguimos la marcha por una cuesta constante que, rato ha, apenas sí baja del 7% .
Con los kilómetros crece el puerto en todos los sentidos y, principalmente, en belleza: donde acaba el follaje la montaña aún conserva, pese a las calores estivales, ralas manchas de nieve.

Camino de Bubión con las más altas cumbres de Sierra Nevada al fondo.

Al igual que en Pampaneira, Capileira y otros caseríos alpujarreños, la más llamativa característica arquitectónica de Bubión no es otra que la ausencia de tejados en las casas, sustituidos a menudo por los llamados “terraos” o techumbres planas, y unas pintorescas chimeneas que parecen, en la distancia, estar tapadas por elegantes sombreros. Un paseo por sus calles nos mostrará también la típica estructura de entrada a las viviendas, los llamados “tinaos”, concretamente en las más antiguas casas, siempre iluminadas, de otra parte, por abundancia de maceteros coloreados de variopintas flores, como invitando al turista a pasear y patear sus empinadas callejuelas.

Peculiares techumbres y chimeneas alpujarreñas en Capileira.

Abandonado Bubión, nuestra vista ya sólo contempla la más elevada de las poblaciones del Poqueira, que no es otra que Capileira, la dama blanca del Veleta, en cuyas faldas yace recostada.
Desde su posición privilegiada se domina, como es de esperar, todo el valle hasta donde las montañas nos impiden la vista o ésta se pierde entre el mar y el cielo.

Bien haremos en hacer un repostaje antes de disponernos a concluir la faena: un par de fuentes y diferentes establecimientos nos abastecerán de todo cuanto necesitamos.

El puerto crece y crece a medida en que ganamos metros, aunque el asfalto necesita un buen arreglo.

Al poco de salir del pueblo, un cartel nos indica con claridad que trece kilómetros más arriba la carretera está cortada. En este punto debemos aclarar un par de cuestiones: en primer lugar, el asfalto se acaba unos cinco o seis kilómetros antes, bien superada la cota de los 1.850 m. de altitud; en segundo lugar, una vez que desaparece -lo cierto es que la carretera no está en muy buen estado- la pista terriza que continua ascendiendo nos permite el paso perfectamente con nuestra bicicleta de carretera; finalmente, aunque la barrera se sitúa en el lugar denominado como Hoya del Portillo, a más de 2100 m. de altitud, el guarda forestal nos advirtió de la posibilidad de seguir subiendo más arriba con la bicicleta -sin necesidad de permiso especial para los ciclistas a pesar de tratarse de un Parque Nacional- ya que al rodar menos tráfico el estado de la pista incluso era mejor que el tramo ya ascendido, siendo así hasta una cota próxima a los 2700 m. y tal vez algo más. Aunque hasta el Pico Veleta se hace necesario el uso de BTT.

La pista continúa practicable una vez que desaparece el asfalto.

[…]

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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