Altimetrías

Collados de Frailes por Castillo de Locubín, por fin un paseo por la Sierra Sur.

Estado del firme:****

Dureza:**

Volumen de tráfico:*

Consejos y sugerencias: hay que tener en consideración, principalmente, la longitud del puerto.

Desde la cima de los Collados de Frailes se abre una excepcional panorámica hacia el sur.

De las distintas vertientes que de un modo u otro nos llevan a coronar los Collados de Frailes, a los pies de la Sierra de la Martina, es quizás la que comienza en Castillo de Locubín la que mejor sabor de boca nos deja. Para empezar cuenta con unos números bastante interesantes en lo que a kilometraje respecta y por su pendiente media, respetable sin ser excesiva, sobre todo si tenemos en cuenta que encontraremos varios descansillos a lo largo de los más de 17,5 km. de ascenso. Además, nos muestra el contraste entre el olivar de la parte baja del puerto y la dehesa autóctona de las zonas  media y alta.

Con el pueblo a nuestras espaldas comenzaremos el ascenso al atravesar el río San Juan, que nace algo más arriba y riega los frutales que siembran su ribera.

Comenzamos el puerto en este punto.

De Castillo de Locubín, de la localidad y del municipio, podría hablarse largo y tendido, habida cuenta de sus orígenes prehistóricos y de la sucesiva presencia de pobladores a lo largo de los siglos: iberos, romanos, musulmanes, cristianos… Desde cuevas, recintos arqueológicos iberos, villas romanas y, sobre todo el castillo de origen musulmán –actualmente integrado entre las construcciones civiles- que, además, está presente en el nombre del pueblo. No podemos afirmar, ni mucho menos, que la zona carezca de alicientes culturales para el visitante.

Pues bien, nos alejamos de Locubín remontando el río por un tramo inicial siempre constante entre el cinco y el seis por cien. Como es natural, el olivar cubre lomas y laderas enteras suponiendo el principal medio de vida de la zona –como es bien sabido- junto con la ganadería. Al poco, un cartel nos indica el camino asfaltado hacia el nacimiento del río San Juan, lo que nos hace pensar que pronto abandonaremos su valle.

Inicio entre olivos, como es habitual en la zona. A la derecha se nos marca el nacimiento del río San Juan.

Los primeros 9 km. de ascenso nos llevarán hasta el Puerto de Locubín, indicado por un monolito varios cientos de metros antes del cruce de Valdepeñas, que es donde nosotros lo hemos marcado.

Este primer puerto será realmente el tramo más constante y exigente del puerto, prolongable hasta algo más de un kilómetro después del cruce. Tan sólo encontraremos un descanso reseñable, al pasar un collado que nos da la salida del valle y que abre la perspectiva hacia el norte, donde pronto destacará la silueta inconfundible de la Peña de Martos.

Pronto ganamos un primer altillo.

Paulatinamente nos iremos desembarazando de los olivos y nos introduciremos en un paisaje más agreste, mientras que en las cumbres más elevadas que nos rodean la perlada roca caliza parece brotar de la montaña.

Los giros que irá trazando la carretera nos servirán para disfrutar de las diferentes perspectivas que ofrece el puerto. Así, tan pronto miramos hacia el norte, donde la loma y el olivo predominan, como hacia el oeste donde la loma se encrespa mudando sierra en Ahíllos y toda la Subbética. O bien tenemos ocasión de escudriñar las laderas vecinas para ver por dónde nos llevará el trazado, en ocasiones visible, de la carretera.

Al fondo se distingue la eminente Sierra de Ahíllos.

Aunque cómoda, la subida esconde alguna que otra rampa de cierto empaque, si bien carece de continuidad suficiente como para ponernos en aprietos.

La carretera se irá encajonando entre dos montañas tras una cerrada curva a derechas hasta que en una zona en que la pendiente baja bruscamente nos topamos con el mencionado monolito, tal vez porque en las proximidades se encuentra una cortijada homónima al puerto.

Si hay cartel de puerto, sea éste del tipo que sea, allá que vamos a hacernos la foto.

Por un tramo largo y rectilíneo llegamos a la encrucijada de Valdepeñas, donde los mapas ubican el puerto. Nosotros giraremos a la derecha gozando, ahora, con unas magníficas vistas sobre Valdepeñas y la Sierra de La Pandera. Lejos de encontrar descanso, la subida aún se prolonga durante más de un kilómetro con algún tramo más constante de lo habitual. Así pedalearemos en sentido ascendente hasta un nuevo collado que se vislumbra perfectamente junto con el trazado de la carretera.

Magníficas vistas de Valdepeñas, la Sierra de la Pandera y el puerto de las Coberteras.

En adelante, el olivar se ve completamente marginado por un monte autóctono de matorral y dehesa donde la roca no ha conseguido imponerse.

Al pasar el collado, ahora sí, un largo descanso es recibido con agrado. Nos estamos adentrando en una suerte de pradera, una hoya natural entre picos que se elevan por encima de los 1400-1500 metros. La carretera busca salida trepando nuevamente hasta un nuevo collado –no es de extrañar, pues, el plural del topónimo de la cima que aparece en muchos mapas-, en este caso salvamos una angostura sobre un roquedo, el denominado como Salto del Hoyo.

Afrontamos las rampas de ascenso hasta el Salto del Hoyo.

Un último descenso nos sitúa relajadamente sobre un puentecillo donde comenzarán los 2,5 kilómetros finales de subida. En una amplia vaguada a izquierdas nos topamos con el camino rural que conduce a Charilla por La Hoya. Una auténtica pared que, por desgracia, cuenta con una carretera en pésimo estado.

Coronamos el puerto en una zona agreste al pie de la Sierra de la Martina.

Tras un giro a derechas, al pie ya del mismo pico de la Martina –nombre con que también es conocido el puerto- afrontaremos los metros finales que continúan la línea inicial: rampas cómodas entre el 5-6%. El collado final lo ganaremos a poco más de 1320 m. de altitud, en una curva a derechas donde encontramos un breve rellano, lo suficientemente ancho como para poder deleitarnos con las excelentes panorámicas que ofrece el paisaje antes de dejarnos caer hasta Frailes.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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