*Nota mayo 2015: el tramo inicial del puerto, al poco de iniciarse el segundo kilómetro, ha sido arreglado de manera que no existe ya ni tramo cementado ni rampa al 20%.
Estado del firme:***
Dureza:***
Volumen de tráfico:*
Consejos y sugerencias: hay que tener en cuenta, además de su dureza evidente, la total ausencia de sombras y la siempre posible presencia del aire, ya que estaremos desprotegidos ante el sol y el viento.
En un país que hasta hace poco podríamos considerar huérfano de grandes puertos míticos es común, cuando estamos ante un coloso desconocido para el gran público, establecer comparaciones con ciertos puertos de renombre. Pues bien, nada exageramos si les decimos que en este caso estamos ante un Tourmalet o un Hautacam.
En efecto, la vertiente de Haza del Lino que les presentamos es, con sus casi 18,5 km. al 7% de media (manteniendo prácticamente la misma dureza en sus rampas a lo largo de toda la subida), un auténtico hors categorie, “fuera de categoría”, que es como denominan los franceses a sus puertos de categoría especial, de ahí que por sus características la comparación anterior no resulte gratuita.
Comenzamos a dar pedales en Castillo de Baños junto a su hornabeque, una fortificación de carácter defensivo que data del S. XVI (con posterior restauración en el S. XVIII) y que fuera en nuestros tiempos cuartel de la Benemérita. Este tipo de construcciones son frecuentes por toda la costa debido a la continua amenaza de corsarios y árabes.

Un derrumbe en la calzada provoca que tengamos que desviarnos por un desvío hormigonado de considerable dureza.
Desde allí unas rampas muy suaves dan paso, tras sortear una rotonda y desviarnos hacia La Guapa y Polopos cruzando bajo la N-340, al inicio serio de este puerto. El callejeo inicial presenta ya rampas bastante empinadas de hasta el 15%, si bien el tramo más duro de todo el puerto lo vamos a encontrar justo a la salida de esta pequeña población, después de torcer una herradura a derechas justo en un punto en que la carretera ha sufrido un derrumbe y un corto desvío hormigonado nos devuelve algo más arriba al trazado original. Ignoramos si este desvío provisional acabará por convertirse en permanente (el derrumbe nos hace considerar improbable la reconstrucción), pero el caso es que el repecho resultante se dispara hasta el 20% de pendiente máxima por unos instantes para acabar empalmando con la carretera en un pequeño falso llano.
Quizás sea ésta una de las diferencias que presenta este puerto con los mencionados: que esconde rampas sueltas más duras. Si bien es verdad, también permite descansillos más prolongados.
Desde este punto ya empezamos a dominar un paisaje caracterizado por la abundancia de invernaderos –no hay que olvidar que el peculiar clima de esta costa es sumamente beneficioso para el cultivo de frutales y, por ende, para la economía de la zona-, el azul del mar siempre de fondo y unas lomas cubiertas, principalmente, de matorrales en esta parte baja, además de plantas aromáticas (romero, tomillo, té, manzanilla, lavanda, etc), que abundan por todo el contorno de estas sierras.

La subida es verdaderamente desangelada en su inicio por la ausencia de vegetación más allá de matorrales.
Tras el respiro vuelve la cuesta: los próximos dos kilómetros y medio son probablemente los más duros de todo el puerto, ya que superan el 9% de media, aunque las rampas de doble dígito aparecen diseminadas por toda la carretera.
Lo mejor será, habida cuenta también de la longitud del puerto, tomárnoslo con cautela y subir alguna corona para no vaciar nuestras piernas.
Ascendemos paulatinamente con el mar a nuestras espaldas y con la mirada puesta en la carretera, perfectamente visible siempre en las lomas que se elevan ante nosotros, mientras a nuestra izquierda los invernaderos se apilan por doquier formando terrazas. Pronto aparecen las curvas de herradura.
El curveo y la creciente altitud nos permiten ahora vistas hacia el levante: el paisaje –adivínenlo- no cambia lo más mínimo. La aridez de las lomas, cuando el plástico ha dejado paso finalmente a los matorrales y arbustos, nos permiten, en cambio, disfrutar del espectacular trazado del puerto, algo que, además, es favorecido por los múltiples apartaderos que hacen las veces de mirador (siempre que tengamos a bien tomarnos un respiro o de realizar paradas en el descenso).
Empezando el km. 7, tras una herradura a derechas, la pendiente va a cejar considerablemente durante unos dos mil metros. El descansillo nos permite tomar oxígeno y, con algo de sangre en la cabeza, comenzamos a notar el cambio que se ha ido produciendo en el paisaje: al principio irán apareciendo almendros aislados, luego laderas repletas; lo que antes eran lomas, ahora son barrancos de profundas ramblas.
En éstas, llegamos a la cuerda de la montaña y cambiamos de agua en una suerte de collado en el que, como no podía ser de otra manera, repunta la pendiente. Polopos, ahora sí, se vislumbra en la ladera.
Hasta un 17% nos llega a marcar aquí nuestro clinómetro en un km. que vuelve a rondar el 9%. No sin esfuerzo alcanzamos el pueblo.
Polopos es el típico pueblecito alpujarreño de fachadas encaladas y techos apiñados. Parece tener sus orígenes en la época de ocupación musulmana, perteneciendo a la Tahá del Gran Cehel (Sierra del Cehel era el antiguo nombre de la Contraviesa), y fue entregado a Boabdil el Chico por los Reyes Católicos para su retiro, pasando posteriormente a manos de la Corona de Castilla una vez éste marchó a África.
Al municipio pertenecen varias poblaciones, como las que hemos atravesado desde el inicio mismo de la subida, aunque actualmente la sede del ayuntamiento se ubica en La Mamola, en plena costa. Precisamente desde finales de los noventa se organiza una carrera ciclista en el mes de marzo para las distintas categorías partiendo desde este punto y llegando hasta la venta Haza del Lino. A su conclusión los participantes están invitados a almorzar en la fiesta del vino de Polopos y al ganador se le premia con su peso en productos de la tierra.
Y es que Polopos, como la Contraviesa, es famoso también por su vino –las vides también formarán parte del entorno- y por el buen yantar.
Una herradura a izquierdas resultará, a la vez, entrada y salida del pueblo, ya que simplemente lo vamos a pasar rozando. La carretera se ensancha en este punto y aquí nosotros nos disponemos a afrontar los kilómetros finales del ascenso. A partir de ahora la pendiente se encontrará más próxima al 7% que al 9%, aunque aún nos aguardan rampas de cierta dureza.
Sin embargo, lo más destacable, además de la creciente espectacularidad de las panorámicas, será el precioso trazado: el constante curveo –hasta nueve herraduras en poco más de 3 km.- da pie al bonito nombre de “Caracolillos de Polopos” con que es conocido el tramo que acabamos de iniciar. Un tupido rodal de encinas, a modo de corona, cubre la ladera por encima del pueblo, aunque pronto, tras las primeras paellas, la arboleda desaparece.
Antes de llegar al cruce de Albuñol y Órgiva la pendiente habrá descendido considerablemente y, una vez en la carretera del Haza del Lino, no volveremos a encontrar ya rampas superiores al 10%. Este último tramo, primero hasta la Venta y luego hasta la cota más alta, lo vamos a paladear como se merece.
La carretera, de nuevo más estrecha aunque en perfecto estado, se ha convertido en un balcón hacia la costa. Como si pedaleáramos por la cornisa del edificio más alto de una ciudad, vamos a dominar por completo la Costa Tropical granadina ¡En días claros es posible ver las costas africanas! Desde aquí, los enormes invernaderos más bien parecen envoltorios de chicle a ojos vista.
Junto a la carretera ralean encinas hasta que en una ladera no muy lejana atisbamos el bosque de alcornoques del Haza del Lino, clarísimo indicio del cercano el final del puerto. Trazamos una cerrada curva a derechas y vemos ya las distintas edificaciones existentes en la encrucijada del Haza del Lino, entre las que destaca la famosa venta, lugar de concurrencia de viajeros y habitantes de la comarca.

Tras una curva a derechas con increíbles vistas aparecen las construcciones sitas en la encrucijada del Haza del Lino.
Allí existe también un mirador, Baldomero de nombre, desde donde es absolutamente recomendable asomarse y embelesarse.
Dejamos a la derecha el camino de Alfornón, Torvizcón, Cádiar y otros pueblos y proseguimos hasta la cota más alta al pie del Cerro de la Salchicha, techo de la Contraviesa, a través del alcornocal, el más alto del mundo según dicen, que después de un centenar y medio de años de ser plantado forma ya parte del paisaje y de la vida de los habitantes de este terruño, que han encontrado en su corcho un medio de subsistencia.

Aunque también existe un cartel en la venta, éste es el más cercano a la cota máxima que, no obstante, supera los 1.280 m. que en él rezan.
El puerto lo coronamos a casi 1.300 m. de altitud en una zona en que la pendiente suaviza hasta el punto de llegar a ser prácticamente llana antes de caer definitivamente camino de Órgiva.
GALERÍA FOTOGRÁFICA.
Mapa:
Categorías:Altimetrías, Andalucía, Granada, Puertos de Montaña
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