Altimetrías

Sierra de Lújar por Polopos, el puerto total.

Estado del firme:*** / *
Dureza:*****
Volumen de tráfico:*
Consejos y sugerencias: a más del consabido buen estado de forma que nos requiere una ascensión de estas caracterísiticas, debemos armarnos de paciencia y explotar al máximo nuestras habilidades sobre la bicicleta para no dar de bruces con el suelo. Ni que decir tiene que se hace necesario extremar las precauciones en el descenso.

La estrecha y maltrecha carreterilla que trepa hasta las antenas de Sierra de Lújar resulta ser uno de los puertos más duros y espectaculares de la península.

Si en la entrada específica de Haza del Lino por Polopos comentábamos que por sus números resultaba comparable al Tourmalet, su prolongación hasta las antenas de la Sierra de Lújar supera, con creces, cualquier puerto que hasta la fecha haya ascendido el Tour de Francia tanto en Pirineos como -y esto es lo realmente significativo- en Alpes. Ni siquiera el encadenado del Col du Télégraphe con el Col du Galibier, considerado por muchos ciclistas profesionales como la mayor dificultad jamás incluida por la Grande Boucle en su recorrido, llega a las cifras totales de este coloso granadino, excepto por su altitud, muchísimo más elevada.

Tras dejar atrás el tramo más duro de este puerto «cinco estrellas» la sensación que nos alberga es la de estar a punto de doblegar uno de los grandes bicharracos del continente.

Tan sólo tenemos que lamentar el pésimo estado en que se encuentra el asfalto del tramo final desde el cruce de Olías, ocho kilómetros en que se suceden socavones, baches y parches con tramos en condiciones aceptables.
Ignoramos quién es el titular de la carretera y si existen posibilidades de que la carretera sea arreglada -tampoco sería la primera vez que se reasfalta una carretera que no llega “a ningún sitio”-, pero en cualquier caso y pese a que en momentos resulta insufrible, desde aquí recomendamos subir este gigante mientras aún sea posible, aunque nos veamos obligados a echar pie a tierra en algún punto y nos veamos obligados a hacer gala de un absoluto desprecio por la integridad de nuestra bicicleta.

La carretera pide un arreglo a gritos. Ojalá las autoridades y el titular de la misma tomen cartas en el asunto. Este puerto -como otros de la provincia- podría convertirse en un hervidero de cicloturistas adecuadamente promocionado.

Al comentario a que remitíamos arriba, añadimos a continuación la descripción desde el alto del Haza del Lino hasta la Sierra de Lújar.
Una vez en el alto, pues, en pleno bosque de alcornoques, vamos a encontrar un largo descansillo tras esos 18 km. de ascenso casi sin respiro. Cómoda bajada, salpicada por alguna que otra curva de herradura, nos ofrece desde un principio unas espléndidas vistas de la Sierra de Lújar y la carreterilla que asciende hasta su cima dibujando zetas en la ladera… la imagen, desde luego, impresiona.

Después de haber superado todo un puertazo como Haza del Lino, observar la carretera rasgando la montaña y atisbar la antena en su cumbre dejan el susto en el cuerpo. El puerto todo desprende un aroma a coloso como pocos.

Poco después de dejar a nuestra izquierda la carretera que baja hasta Castellde Ferro por Rubite, ganamos un descansillo que nos introduce, de pleno, en el pinar de los Gallegos, una masa boscosa que se eleva en la margen derecha de la carretera.
De nuevo en descenso llegamos al cruce de Fregenite y de Alcázar para, al punto, retomar el trayecto ascendente. Este tramo, aún suave, pertenece a la subida a puerto Camacho, que se corona tras 1,5 km. Sin embargo, cuando estamos a punto de alcanzar la cima, giramos a la izquierda por un carril asfaltado y en no muy buen estado camino de la pequeña localidad de Olías. La carretera, rugosa, se estrecha hasta los 4 m. de ancho a lo sumo, aunque hemos de notar que lo peor está por llegar, ya que, tras unos cientos de metros, volvemos a desviarnos por otro carril, ya definitivo, hacia las antenas de la Sierra de Lújar: decir que el ancho de la carretera no llega a los 3 m., con ser cierto, no es del todo exacto, ya que en muchas ocasiones el piso se encuentra tan roto que apenas sí tenemos medio metro para pasar las finas llantas de nuestra flaca e incluso, en no pocas ocasiones, no nos queda más remedio que atravesar por el socavón.

La carretera de Olías es rugosa, pero al tomar el desvío que tenemos frente a nosotros y que nos conduce hasta las antenas, la situación empeora notablemente. Decir, no obstante, que el tramo peor es precisamente el inicial. Al fondo a laderecha nos aguardan las primeras zetas y arriba las antenas.

Añádase a lo anteriormente dicho un fuerte aumento en la pendiente y con ello ya tenemos preparado el cocktail perfecto para retorcernos durante un buen rato.
Tras un kilómetro que podríamos considerar como de toma de contacto, vuelven las herraduras. La carretera asciende a base de zetas por la imponente ladera del Barranco Seco: se trata de un soberbio trazado que ya hemos tenido ocasión de distinguir, como hemos mencionado, desde el pinar de los Gallegos.
Será un total de once curvas de herradura en 4 km. con pendientes que alcanzan el 15% de máxima. Las panorámicas de la Alpujarra y las cumbres de Sierra Nevada hacia el Norte y de la costa hacia el Sur, nieve y mar de una ojeada, no tienen parangón. Hacia el levante la vista alcanzará la Sierra de Gádor en lontananza y, por supuesto, la vecina Contraviesa.

Mar y nieve nos acompañarán alternativamente al torcer cada curva de herradura.

El trazado, a poco que nos asomemos al barranco, se muestra curva a curva, recta a recta, hasta donde conecta con el cruce de puerto Camacho. Incluso se observa el carril que baja hasta Olías, una vertiente tan interesante o más que la que nos trae desde Polopos o desde Rubite, pero que cuenta aún con varios kilómetros de tierra.

Varios escalones de la carretera de Sª. de Lújar con parte del trazado, abajo, de la que continúa hacia Olías.

Las paredes pedregosas de la sierra apenas sí cuentan con arboleda en este tramo, sólo unas encinas encaramadas entre el canchal colorean unas laderas abarrotadas de arbustos tales como el esparto, la aulaga, el tomillo y otras muchas especies. Los incendios han sido, como en tantas zonas boscosas, responsables de la falta de floresta.

La escasa vegetación será la tónica durante todo el ascenso. Por el lado positivo, ello propicia que nos encontremos ante uno de los puertos más escénicos de la provincia.

Poco después de una herradura a izquierdas, tras una casetilla, nos dispondremos a afrontar el tramo más duro de todo el puerto, sobre todo cuando tras un descansillo nos veamos obligados a superar un kilómetro a casi el 12% de pendiente media y picos máximos del 17%.
Tras marchar dirección sur un buen centenar de metros, enlazamos tres herraduras que nos sitúan en el falso llano, calma que, en este caso, precede a la tormenta. Y es que a medida en que la carretera va realizando un giro hacia la izquierda ofreciéndonos unas magníficas perspectivas sobre la Alpujarra y Sierra Nevada, la pendiente se va a acentuar por encima siempre del 12-13%.
Encaramos el Hoyo de las Encinas, cabecera de un barranco que, como su nombre indica cuenta con una buena mancha de estos árboles, además de pinos.

Durísimas rampas mantenidas en un kilómetro que se aproxima al 12% de pendiente media. Asoman nuevamente las antenas.

En éstas, por fin, se muestra la antena nuevamente, cercana a nuestros ojos, pero aún lejos de nuestras piernas, ya que aún nos restan unos 200 m. de desnivel por salvar. Su asalto resultará todavía harto difícil, pues la plaza está bien guardada por un mortífero repechón con pendientes del 17%. A cada torpe pedalada sentimos cómo la cuesta dentellea nuestra musculatura y, lo que es aún peor, lacera nuestro ánimo, maltrecho hace kilómetros.
A duras penas alcanzamos una vaguada a derechas, justo en la cima de un collado medianero entre una roca y la misma cima de la Sierra de Lújar. Más arriba podremos ver el mar por el tajo hendido entre las piedras hasta que un nuevo giro a izquierdas nos sitúe en la Loma del Tajo del Sapo, al pie mismo de las antenas. Desde aquí, junto a un pinar algo más poblado, aunque con ejemplares dañados por los envites del viento y la nieve, podremos ver las Sierras de la Almijara y Tejeda hacia el poniente andaluz.

La carretera vuelve a romperse, pero nosotros entusiasmados ante la hazaña que nos disponemos a lograr, pedaleamos flotando sobre el «asfalto».

Que la carretera, destrozada, se vuelva de tierra por unos instantes ni nos importa ante la inmediatez de nuestro objetivo. Una última doble herradura da color al trazado final sobre un roquedal denominado “Los Pelaos” (no sin motivo, pues aparece cubierto sólo por arbustos, como si el viento no permitiese que una vegetación más alta arraigase).

La proximidad de la cima nos insufla ánimos para superar las últimas rampas de entidad.

La rampa final, al 11%, será meramente anecdótica. Y es que pocas veces experimentaremos la sensación de haber doblegado a un gigante como éste, una emoción que, a pesar del lamentable estado de la carretera, estamos seguros de que volveremos a repetir.

Los buenos platos saben mejor si se comparten… Y el sufrimiento también parece más llevadero.

Desde la cima, junto al primer grupo de antenas, la carretera aún continúa durante varios cientos de metros hasta otras antenas situadas a una altitud inferior. Merece la pena, no obstante, dejarse caer para asomarse a ese balcón hacia el Mediterráneo que constituye la Sierra de Lújar.

Para la entrada y fotos de Haza del Lino.

GALERÍA FOTOGRÁFICA  de Sierra de Lújar.

Mapa:

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