Estado del firme:*****
Dureza:**
Volumen de tráfico:**
Consejos y sugerencias: además del calor estival propio de la provincia de Sevilla, hay que tener muy en cuenta la exigencia del tramo final que, con sus rampas del 20%, nos obligará a retorcernos de lo lindo.
Compartiendo la mayor parte de la subida al puerto del Zamorano, paso natural entre las localidades de Algámitas y Pruna, la escalada al Peñón de Algámitas se muestra como una alternativa más atractiva y dura, aunque sin salida, a su vecino.
Apaciblemente, como si la carretera no tuviera mucha intención en remontar la sierra, nos aproximamos a Algámitas por unas levísimas rampas. No resulta complicada la travesía del pueblo, pues con no abandonar la calle principal y seguir las indicaciones que nos guían hacia Pruna lo abandonaremos sin extraviarnos.

El tramo inicial comparte carretera con el puerto del Zamorano. La figura del Peñón, inconfundible, destaca en el paisaje.
Precisamente a la salida de Álgámitas es cuando las rampas van a acentuarse. En principio la pendiente no sobrepasará el 7% salvo en contadas ocasiones. Pronto trazamos una herradura a izquierdas y nos encaramamos sin dilación en las faldas de El Peñón. El nuevo asfalto propicia un pedaleo ágil y que ganemos raudos altura sobre el pueblo, que pronto queda a nuestros pies, como un islote de cal en medio de un ondulado océano de olivos. A medida que ascendemos se despeja un horizonte de lomas que tocan fin en las sierras vecinas, más elevadas, aperitivo visual éste para lo que nos aguarda en el mirador de la cima.
Buscamos el collado que se forma entre el Terril y el Peñón hasta que, a los 5,5 km. de ascenso del puerto (km. 3 de la SE-462), nos desviamos a la derecha para afrontar un tramo de verdadera exigencia: el ascenso hasta el camping marca la difrencia dentro de la provincia.
Tras el giro, la carretera se empina violentamente disparándose la pendiente muy por encima del 10% e incluso alcanzando y superando, en ocasiones, la por estos lares inusual “barrera” del 20%. Desde que giramos a la derecha, vamos a notar cómo las rampas se empinan bruscamente. Ascendemos serpenteando de suerte que en muy poco espacio vamos a torcer varias herraduras –y también varias curvas que podríamos denominar “codos” por su parecido con nuestra articulación- al mismo tiempo que, a menos que llevemos un desarrollo adecuado, nos vemos obligados a zigzaguear para salvar mejor la fuerte pendiente. Si padecen más nuestras piernas o nuestros riñones es algo difícil de discernir.
La carretera nos concede, por fortuna, algún respiro y unas maravillosas vistas sobre la depresión del Guadalquivir, la Sierra de Becerrero, la Sierra de los Caballos, la Subbética cordobesa y buena parte de las otras sierras malagueñas que lindan –o están próximas- con la provincia hispalense. Entre tanto, el olivar ha ido entremezclándose con encinas y quejigos que se encaraman peña arriba.
Volvemos a las rampas y a trazar eses, cuando contemplamos unas casas en la pedregosa ladera del Peñón que constituirán una buena referencia del lugar donde habremos de poner fin a nuestras pedaladas. Al llegar a la recepción del camping, si no nos lo impiden (téngase en cuenta que los lunes está cerrado), podremos subir aún un buen tramo hasta el pie mismo de la roca por esta ladera Norte en que nos encontramos, donde un mirador nos permitirá disfrutar de una excepcional panorámica.
Son unos últimos 400 m. de infarto en los que la pendiente alcanza de nuevo el 20% y no baja del 15%. En el margen izquierdo de la carretera hay construidas cabañas para alojar a los huéspedes y en la cima, tras el aparcamiento que hace también las veces de mirador, hay una explanada adaptada para emplazar caravanas y, apta -¿por qué no?- para instalar la parafernalia de una carrera ciclista.
Desde aquí parte un sendero para subir hasta la cima del Peñón, auténtico centinela de la campiña hispalense con sus 1121 m. de altitud.
GALERÍA FOTOGRÁFICA.
Mapa:
Categorías:Altimetrías, Puertos de Montaña, Sevilla
Vaya! Así era esa rampilla, eh?
De noche no parecía para tanto, jejeje
Hombre, es todo un placer leerte por aquí, Joseba. Recibe un fortísimo abrazo de nuestra parte.
Ya sabes que, cuando quieras, puedes venir a catar esas -y otras muchas- rampas con la luz del día… ¡¡¡Mira que subir de noche!!!