Altimetrías

Collado de Canseco por Cádiar, cuesta tras cuesta hasta la cresta.

Estado del firme:***

Dureza:**

Volumen de tráfico:**

Consejos y sugerencias: no está entre las subidas top de la zona e incluso cuenta con otras vertientes más recomendables, pero puede resultar interesante a la hora de cerrar una ruta o como transición entre otros puertos. En cualquier caso, más por longitud que por otra cosa, el puerto se hace duro.

Desde la cima de Collado de Canseco, vistas hacia el Mediterráneo.

Compartiendo punto de inicio con Venta del Chaleco y los primeros doce kilómetros con Cruz de Juviles, la altimetría de esta vertiente del Collado de Canseco se muestra como una sucesión de puertecillos y algún que otro repecho que bien podríamos haber reducido a los doce últimos kilómetros.

Pero lo cierto es que, pese a los descensos, falsos llanos e incluso los mencionados repechos, el trayecto desde la Rambla Seca nos pareció lo suficientemente interesante como para presentarlo como conjunto, ya que refleja de una forma objetiva lo que puede ser la dureza de esta zona de la Alpujarra donde los kilómetros llanos son un bien escaso y donde, al partir del fondo de un valle, podemos tener la sensación de estar constantemente subiendo y subiendo por una cuesta interminable: así, ascensos similares son el mencionado de Cruz de Juviles e, incluso, alguno de mayor fuste como Trevélez desde Órgiva o el afamado puerto de la Ragua desde la provincia almeriense.

Para estos doce kilómetros nos remitimos al texto de Cruz de Juviles mutatis mutandis:

La carretera que desde Ugíjar nos conduce a Murtas nos va a servir también para iniciar el ascenso hasta Cruz de Juviles vía Yátor por el antiguo trazado de la carretera autonómica que, actualmente, se encuentra prácticamente libre de tráfico. Evitamos así la remozada A-348, monótona y más transitada, al menos durante un tramo inicial de casi siete kilómetros de entre los que sólo los cuatro primeros seguirán tendencia ascendente.

Rambla de inicio con el puente de la nueva carretera detrás.

Haciendo honor a su nombre, la rambla en la que comenzamos el ascenso es un secarral en lo más profundo del valle que media entre Sierra Nevada y el cordal de la Contraviesa.

Salvado algún repecho inicial, principia el puerto en una carretera que, si las cosas no han cambiado, se encuentra rugosa y parcheada, muy incómoda prácticamente hasta desviarnos hacia Yátor.

A partir del cruce, aunque desaparecen los baches, el asfalto se conserva rugoso propiciando que una pendiente en absoluto excesiva grave nuestro pedaleo más de lo que cabría esperar. Será también el cruce, tal vez un poco antes, donde se produzca un ligero cambio en la vegetación que mudará el matorral por olivos y almendros, siendo también reseñable la presencia de invernaderos.

Trazadas un par de curvas reaparece el matorral en la vecindad de la vía y en coexistencia con los mencionados frutales, mientras que desde las pálidas lomas por donde pedaleamos se expande el horizonte hacia las cumbres de Sierra Nevada.

Los pueblos alpujarreños en la ladera de Sierra Nevada, en cuyas cumbres aún se atisba un resplandeciente manto de nieve.

En sus laderas, cuando no los igualan las nieves invernales, se distinguen perfectamente los enjabelgados caseríos de un puñado de villorrios que en nuestra ignorancia no atinamos a discernir: tal vez Cádiar, tal vez Yátor, quizás los Bérchules… Más adelante esperamos ir saliendo de dudas.

Al hacer cumbre en uno de los cerros la pendiente se mantendrá prácticamente llana, ligeramente descendente en todo caso, durante un par de kilómetros hasta que encontramos una bajada más pendiente. Buscamos ya el empalme con la nueva carretera autonómica y éste se va a producir al salvar un abrupto repecho que nos sorprende con una empinada y -afortunadamente- aislada rampa al 19%.

Ya en la carretera nueva, dejamos Yátor a nuestra derecha.

Dejando a la derecha Ugíjar, vamos a rodar por una carretera autonómica de impecable asfalto y considerable ancho durante los próximos cinco kilómetros, obviando la travesía por Yátor, una pequeña población que se levanta en las mismas riberas del río que lleva su nombre.

Desde el nuevo puente que salva el cauce encajonado en el barranco tendremos ocasión de poner nuestra mirada en un pueblo que, si bien no vamos a atravesar, merece sin duda que nos detengamos en facilitar alguna referencia artística y arquitectónica sobre el mismo, pues en él se conservan obras verdaderamente reseñables: así un arco (llamado “de Yátor”) de origen medieval, obra de ladrillo y mampostería que haciendo las veces de acequia servía de paso de agua entre uno y otro lado hasta llegar a un molino. Existen menciones del arco en 1501 y probablemente se remonte a la Baja Edad Media, por lo que se trata de una curiosa reliquia. Además, entre otros edificios de carácter religioso menos reseñables cuenta la villa, como suele ser frecuente, con una iglesia (dedicada a la figura de San Sebastián) que, en este caso, se encuadra dentro del estilo gótico mudéjar, a pesar de las vicisitudes históricas que ha padecido y que la privan de su original aspecto.

El carril lento es signo inequívoco de fuertes pendientes.

De nuevo inmersos en la ruta, en el mismo puente sobre el Yátor, vamos a percibir la dureza de la cuesta más que por el esfuerzo que propiamente nos supone, por la aparición de un “carril lento”, sinónimo siempre de un incremento de la pendiente y que conlleva un “efecto moral adverso” en todos los ciclistas, pues siempre tendremos la sensación de atravesar zonas más duras de lo que luego reflejan las altimetrías.

Al llegar al cruce de Bérchules y Mecina Bombarón, momento en que se separan nuestras altimetrías hasta el punto gemelas, alcanzamos también un altillo y un descenso raudo nos conduce hasta Cádiar.

En este cruce se separan las altimetrías de Cruz de Juviles y ésta que os presentamos.

Cádiar es tras Órgiva, Lanjarón y Ugíjar el municipio más poblado de la Alpujarra granadina, por lo que nos sorprende en primera instancia el tamaño de su caserío en comparación con el de otros vecinos.

Aprovechando una pequeña llanura junto a la ribera del Guadalfeo, su ubicación prácticamente en el centro de la comarca le confirió desde sus orígenes un extraordinario valor estratégico a Cádiar y fue plaza importante durante el alzamiento morisco en el s. XVI.

Ya desde el s. XII hay testimonio histórico a cargo del geógrafo granadino al-Idrisi, que menciona la existencia de un castillo, llamado en época nazarí «Hisn al-Qadir». Floreció la villa en época musulmana, como todas las de la comarca, contando con mezquita, rábitas y tres barrios con sus respectivas murallas.

Hoy día Cádiar presume, además del excepcional entorno alpujarreño en que se ubica, de un variado ramillete de edificios monumentales: así, destaca en su estampa la sobria construcción renacentista de la Iglesia de Santa Ana que, pese a la quema de templos que hubo lugar en el mismo siglo de su ejecución, pudo sobrevivir prácticamente intacta hasta nuestros días.

Al llegar a Cádiar giramos a la izquierda de inmediato.

Casi quinientos años -y pendiente de una merecida restauración- contemplan también al Mesón del Cojo, donde la historia relata que hubieron lugar algunos de los más importantes episodios de la historia local, como los preparativos para la coronación de Fernando de Válor como rey de los monfíes de la Alpujarra con el nombre musulmán de Aben Humeya, hecho que aconteció en el camino de Narila, bajo un centenario olivo que aún hoy se conserva; también dio alojamiento por aquella época, según narran las crónicas, a Don Juan de Austria, que fue enviado por su hermano Felipe II para sofocar la rebelión morisca de Las Alpujarras encabezadas, precisamente, por Humeya; durante siglos ha sido una de los principales posadas de la comarca hasta las primeras décadas del XX.

A más de lo mencionado y alguna casa palacio, Cádiar, cuenta con la típica arquitectura alpujarreña en sus relucientes calles con sus bien encalados tineos y, por supuesto, también con los característicos bancales en sus ubérrimas huertas.

En descenso abandonamos las inmediaciones del pueblo.

Sin embargo nuestro paso por Cádiar será breve, pues tras unas primeras pedaladas en la población, la abandonaremos tomando la segunda salida en un una rotonda, junto a una gasolinera para no volver a transitar por su travesía, sino que circunvalaremos por el Este buscando Torvizcón y Órgiva para, al poco, tomar un cruce en dirección a Albondón.

Vamos a tener un kilómetro y medio prácticamente llano hasta un segundo cruce a Cádiar, cuyo casco urbano se viene alargando a nuestra derecha siguiendo el curso del Guadalfeo.

Con el pueblo a nuestras espaldas volvemos a encontrarnos un nuevo tramo favorable hasta alcanzar la rambla del Portel, donde recuperamos el camino ascendente.

Cerca de coronar uno de los repechones más duros del puerto.

Por buena carretera, la rampa -perfectamente visible desde el tramo descendente- es quizás de lo más duro de todo el puerto, con unos 300 m. al 9% sin tregua.

El tramo final del puerto es quizá el más constante, de tal manera que hasta poco antes del cruce de Murtas, donde se ubica el denominado Collado de las Monjas, nos vamos a encontrar con 7,5 km. de subida continuada, salvo por algún punto de descanso.

Tras el fuerte repechón inicial, que sorprende a nuestras piernas en un impás de relajo, llegamos a un cruce donde la carretera se bifurca hacia Torvizcón. Nuestro camino, en cambio, nos lleva a adentrarnos por las lomas de la Contraviesa en pos de Albondón y Murtas hacia la afamada Venta del Tarugo.

En constante curveo la carretera va a trepar por unas rampas de amable pendiente salvo excepcionales puntas que alcanzan, apenas, el doble dígito.

Pedaleo agradable y buenas vistas cuando giramos la cabeza. Pero el puerto se va haciendo largo.

La carretera, relativamente ancha y en buen estado, propicia un pedaleo agradable y permite distraer la mirada en el entorno que se nos abre hacia el Norte, cerrado por las laderas de Sierra Nevada, donde se acuestan los pueblos alpujarreños dispersos como blancas pinceladas sueltas sobre un lienzo pardo, a menos -claro está- que se confundan con el manto de nieve que suele cubrir la sierra en invierno o que se vean cubiertos por las nieblas que se acunan en la profundidad de los barrancos.

Abajo va quedando el valle, con apariencia de secarral, aunque cultivado en algunas zonas más favorables.

Nos adentramos en la Contraviesa por la que problablemente se trate de su cara más amable, ya que por el sur las carreteras se cuentan por puertazos y por la ladera Norte casi que podríamos decir lo mismo. Ascendemos, pues, por la excepción que confirma la regla.

Sin embargo, con el añadido desde la Rambla Seca hasta Cádiar, la subida, si no dura, cuando menos resulta larga y con el paso y el peso de los kilómetros en nuestras piernas cualquier cuestecilla se hace notar.

Vides y almendros. Cultivos propios de la tierra.

Pronto en las laderas que nos rodean el matorral comienza a dar paso a los almendros y a las vides, cuyo secular cultivo proporciona uno de los principales productos de la tierra: el afamado vino de Albondón.

Con la especial motivación de probar los caldos del lugar, nuestross ánimos se redoblan y las pedaladas ganan en agilidad. También ayuda a mantener el ritmo el hecho de que apenas superamos el 8% de pendiente en algún punto muy concreto, incluso a los tres kilómetros y medio del cruce de Torvizcón, hallaremos un falso llano de varios cientos de metros de duración.

Para cuando concluye el descansillo y retomamos el ascenso, éste habrá suavizado aún más, si cabe. Además, se vuelve ligeramente escalonado. La panorámica hasta Las Alpujarras desde este punto del ascenso ya soberbia, sobre todo desde una amplia vaguada a derechas, al poco de la cual coronamos un altillo y ganamos un nuevo falso llano largo.

Excelentes vistas de las cumbres de Sierra Nevada y la Alpujarra.

Nos encontramos ya a pocos kilómetros de alcanzar la centenaria Venta del Tarugo, uno de los principales hitos de las cumbres de la Contraviesa (cuya reciente reapertura celebramos desde estas líneas) antes de la cual encontraremos el cruce a izquierdas hacia Murtas, en las proximidades del denominado como Collado de las Monjas.

Cruce hacia Murtas en el Collado de Las Monjas.

Procedentes de la carretera que viene de Murtas, concretamente desde la Venta del Chaleco (incluso desde varios km. antes por la carretera que viene del Embalse de Benínar), la carretera sigue un trazado por la cresta de la Contraviesa desde una cota próxima los 1000 m. de altitud -un cresteo que se puede prolongar hasta el Haza del Lino e, incluso, hasta Puerto Camacho durante unos 40 km.- verdaderamente sorprendente por la belleza de los paisajes que se contemplan tanto hacia el interior como hacia la costa. Existe algún tramo de subida más constante y pendiente (encontrándose las cotas máximas cerca o por encima de los 1.300 m. de atitud en la Venta del Chaleco, el Collado de Canseco y el Haza del Lino) pero en buena parte del trecho predominan los falsos llanos.

En la Venta del Tarugo, recientemente reabierta al público.

Precisamente, siguendo este cresteo en dirección oeste, vamos a prolongar nuestro ascenso, una vez que dejamos a nuestra derecha la mencionada Venta del Tarugo, puesto que la carretera de la Contraviesa alcanza su máxima altitud en el Collado de Canseco, hasta donde nos llevan unos dos kilómetros irregulares, pero con fuertes pendientes.

Así, tras descender unos cientos de metros, giraremos a la derecha en dirección a Haza del Lino y Órgiva abandonando la carretera que continúa hacia Albondón.

Camino ya de la cima del collado de Canseco en un tramo coincidente con la vertiente de Albondón.

Se trata del mismo final de la vertiente de Collado Canseco que viene desde esta localidad vitivinícola, que desde este cruce cuenta con estrecha carretera y grandes vistas hasta que se alcanza el collado, si bien podemos afirmar que el puerto es más puerto cuando se afronta desde su vertiente sur, sobre todo por su largo tramo central.

En cualquier caso, aunque recomendamos la vertiente de Torvizcón por su belleza y dureza, tanto esta de Cádiar, como sobre todo la de Albondón, merecen muy mucho la pena.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

2 respuestas »

  1. Una vez más, mi más sincera ENHORABUENA por vuestras fabulosas altimetrías, tan bien narradas y con perfil y fotos tan chulos.

    Admiro mucho vuestro esfuerzo, dedicación y cariño a esta vuestra página, que tanto me gusta y que considero de referencia en el cicloturismo andaluz, español y europeo.

    Mi ánimo y afecto para apoyaros y animaros a que sigáis con esta vuestra bonita aventura de la Doble M.

    P.D. Para mi es un privilegio y un honor que hayáis publicado una de mis fotos, precioso y divertido recuerdo de aquella memorable Glob Bética del 2017, en Órgiva. Muchas gracias por acordaros de mi en forma de foto. Sigo leyendo vuestra cuidada y florida prosa, sigo disfrutando de vuestras bellas fotografías, en definitiva, os sigo admirando. Espero veros pronto. Un fuerte abrazo!

    • El placer es nuestro, no sólo de poder contar con tu apoyo fotográfico, sino principalmente, de haber compartido ruta contigo en varias ocasiones. Y las que están por venir… Un fortísimo abrazo!!!

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