Altimetrías

Puerto de El Boyar, «lo bello, para serlo, no necesita de elogios».

Incluyendo la travesía de Benamahoma:

Estado del firme:***

Dureza:**

Volumen de tráfico:**

Consejos y sugerencias: puerto para disfrutar como pocos y en un entorno de excepción, a menos que el viento sople de cara en el tramo final. Aunque se trata de un puerto muy tranquilo, el volumen de tráfico durante los fines de semana suele multiplicarse con la presencia de turistas, por lo que hay que extremar, si cabe, las precauciones.

Desde la cima del puerto se obtiene una magnífica panorámica con los kilómetros finales al pie de la Sierra del Pinar.

¿Qué más nos da quedarnos sin adjetivos o si no somos capaces de reflejar por escrito lo que nuestros sentidos perciben? Cuando cualquier palabra resulta insuficiente para definir los encantos de un puerto, lo mejor tal vez sea venir, subir y disfrutarlo.

Que estemos hablando de uno de los puertos más representativos de la provincia de Cádiz posiblemente no diga gran cosa a quienes no han tenido la suerte de recorrerla; que afirmemos que son muchos los que consideran que está por encima de su vecino puerto de las Palomas, tal vez sólo nos sirva para que quienes conocen éste último decidan prestarnos atención; en cualquier caso, si alguna vez nos han concedido algo de crédito a raíz de nuestros comentarios, estamos seguros de que no desatenderán este consejo bienintencionado: el puerto de El Boyar es una de esas subidas imprescindibles.

Para que se hagan una idea, si se nos permite llevar la comparación al terreno musical, Palomas y Boyar serían algo así como las caras A y B de un single de The Beatles: imposible de decidir cuál es la una y cuál la otra.

Nosotros, como es natural, tenemos nuestras preferencias y, aunque casi siempre estamos de acuerdo en nuestros pareceres, curiosamente hemos encontrado aquí un punto de discrepancia.

Por longuitud, por belleza, por dureza el puerto de El Boyar no tiene nada que envidiar a su vecino de las Palomas, motivo éste de disputa entre los aficionados cicloturistas de la zona.

Por otra parte, hemos oído siempre hablar -¡cuánto nos aburrimos los ciclistas!- sobre cuál de los dos presenta mayor dificultad para su ascenso. Por supuesto, también en esto hay opiniones diversas y para todos los gustos, aunque en este sentido los números puedan ayudar a esquivar la mera opinión, tan desnuda siempre ante el valor que se otorga a las cifras: por pendiente media y por desnivel, ganaría el puerto de las Palomas. Claro que si eliminamos ese kilómetro inicial desde el arroyo Bocaleones -kilómetro que muy pocos incluyen en la subida- el resultado de la contienda queda igualado. Por supuesto que siempre podemos hacer referencia a las sensaciones de cada uno y a los archifamosos campos magnéticos. Así que, como ven, a veces ni si quiera las cifras terminan de ayudar a decantarse.

Nosotros, ya que ambos puertos encadenan bastante bien, preferimos hacer el doblete y así evitamos la pelea. Tan simple.

Pero vayamos de una vez por todas a la descripción del puerto o, por lo menos, a intentarlo.

El comienzo en la población de El Bosque es liviano, ideal para ir cogiendo tono. Aunque nos situamos en el río como punto más bajo, al instante una rotonda nos sirve para localizar el verdadero inicio del puerto o, por lo menos, aquí es donde notamos la pendiente con más intensidad.

Buscamos la salida del pueblo en dirección a Ubrique por la carretera antigua y pronto nos encontraremos con un desvío a izquierdas hacia Grazalema, por él hay que continuar.

A partir de aquí nos vamos a introducir en una carretera típicamente de montaña adobada con ese aliño tan de nuestro agrado: curveo, vegetación, estrechez, longitud, buenas pendientes y el llamativo toque de los blancos malecones tan característicos de las carreteras de sierra gaditanas. Lo que se viene llamando una carretera pintoresca.

En el cruce realizamos un giro de 180º y volvemos nuestros pasos hacia El Bosque, rozando el pueblo por su parte alta para acabar remontando el río que lleva su nombre y que ya habíamos atravesado en el punto de inicio. Después de tres kilómetros iniciales al 6% de pendiente media aproximadamente, nos introducimos de pleno en la Sierra de Grazalema por un valle en que pronto se irá encajonando

A punto de alcanzar el descansillo, sobresale la imponente mole calcarea de la Sierra del Pinar.

Ganamos un falso llano e incluso encontramos unos cientos de metro en descenso antes al llegar al cruce de Benamahoma.

Situada al pie de la Sierra del Pinar en su extremo más occidental, esta pedanía de Grazalema es sin lugar a dudas una de las joyas de estos parajes, el casco urbano es una verdadero exponente de la urbanística de origen musulmán que -es de agradecer- sus habitantes cuidan con verdadero celo.

Poco después del cruce se retoma la subida, aunque de forma irregular, hasta que llegamos a una vaguada en la que, por encima de las demás cosas, cabe destacar la frondosa vegetación del lugar.

A partir de esta curva vamos a comenzar lo que podríamos considerar como segunda parte del puerto, consistente en un tramo central de unos 5 km. en que la pendiente media se situará por encima del 7%.

Trazamos la primera curva del tramo intermedio del ascenso.

Tras un segundo desvío hacia Benamahoma, trazaremos una curva de herradura a derechas donde volvemos a cambiar de dirección para contemplar con agrado el hermoso valle que hemos remontado unos instantes atrás.

Vistas hacia atrás con la carretera que hace unos momentos acabamos de transitar.

Tras disfrutar de unas vistas hacia el occidente, la carretera vuelve a girar introduciéndose en la angostura producida por el arroyo del Descansadero. Nuestro pedalear, ostensiblemente más tosco, nos obliga a jugar con la maneta del cambio buscando una cadencia más alegre cuando, de repente, a la salida de una curva a izquierdas, nos topamos con una fuente que nos hace cambiar de planes: realizamos un alto y, aunque hay que bajar unos pocos escalones, el agua fresca –sobre todo en los meses más calurosos- junto con el alto en el camino nos devuelve el resuello.

Tras la fuente, continuamos remontando un arroyo con la Sierra del Pinar «cerrándonos» el camino.

Poco después, tras una fuerte rampa y después de andar cruzando varias veces la margen del río, alcanzamos un área recreativa de gran tamaño a partir de la cual un nuevo –aunque ligero- respiro es ofrecido por el puerto. La Sierra del Pinar aparece con cerrando el marco de visión con sus cumbres de blanca roca caliza que, incluso en verano, dan la apariencia de estar nevadas.

Al punto, casi siempre entre alcornoques, la carretera se vuelve a empinar y comienza a trazar eses. Serán varias las herraduras –alguna vaguada también hay- que tengamos que superar adentrándonos cada vez más profundamente en las entrañas de estas montañas.

Roca y vegetanción nos acompañarán en un tramo revirado del ascenso.

Precisamente la roca, además de la vegetación, serán nuestra compañía a uno y otro lado de la carretera en todo momento. Aislado, algún que otro pinsapo es visible junto al camino, toda una rareza, pues esta especie de abeto endémica de la Serranía de Ronda y Grazalema, no suele crecer más que en la ladera norte, al sotavento del Mediterráneo.

Con la sensación, casi certeza, de que estamos a punto de llegar a un collado, alcanzamos una nueva herradura, la penúltima de la subida, que confirma nuestras sospechas, aunque aún no vamos a comenzar el descenso, ni mucho menos.

Al poco de salir de esta curva ganamos una suerte de collado, aunque hasta el puerto aún nos restan unos cuatro km. de ascenso.

A partir de ese instante el puerto cambia completamente su fisonomía para convertirse en una larga recta –rota por ligeras curvas, las suficientes como para que el puerto no llegue a resultar monótono- en busca del collado que, al poco de abandonar la mencionada herradura, se adivina frente a nosotros.

Pedaleamos en la ladera sur de la Sierra del Pinar por la amplia vaguada que la Garganta del Boyar forma entre ésta y la Sierra del Endrinal (no en vano el puerto no es más que el punto de encuentro entre ambas sierras). Que nos encontramos al pie del Torreón, techo de la provincia de Cádiz con sus 1.648 m., nos lo viene a confirmar unos metros más adelante la presencia de un pequeño aparcamiento junto al punto de partida del sendero por donde se asciende hasta la cima.

Cambia por completo el puerto con un trazado más rectilíneo y menor vegetación a nuestro lado, además de una mejor visión sobre el entorno.

Y será precisamente éste nuestro último punto de referencia. Pues, aunque ya estamos de lleno en la dehesa del Boyar, un paulatino descenso en la pendiente –que no es definitivo- viene a marcar la que consideramos tercera parte del puerto, a la postre la más corta.

No restan ya simplemente los cuatro km. finales de ascenso y, como decíamos, el collado se adivina –y pronto se divisa- frente por frente. Aunque lo verdaderamente destacable es el entorno que nos rodea y, sobre todo la abundancia de vegetación.

Al fondo, entre ambas sierras, se adivina el collado natural denominado como Puerto de El Boyar.

Y es que hay que notar que nos encontramos en uno de los puntos con mayor índice pluviométrico de España. En efecto, cuando se dice que Grazalema es el pueblo del país en que más llueve, se están refiriendo realmente al puerto del Boyar. Y ello, según parece, se debe a la proximidad del Mediterráneo y del Estrecho y por tratarse estas sierras de las más altas con que se topan las nubes que desde la costa se adentran hacia el interior, motivo por el cual las descargas de agua son generalmente muy generosas. En este sentido –y aunque el puerto de las Palomas cuenta con un bosquete de pinsapos- encontramos una clara oposición entre ambos puertos –ya que comenzábamos prácticamente cotejándolos-, de un lado el Boyar cuenta con más vegetación, es más frondoso; de otro las Palomas resulta más escénico por su espectacular trazado.

Claro que, esto tampoco quiere decir que no contemos con excelentes panorámicas desde esta carretera. Al contrario, un vistazo a nuestra derecha y, sobre todo, hacia el sentido contrario del ascenso, nos persuadirán fácilmente de lo contrario.

Las vistas a nuestras espaldas no defraudan lo más mínimo. A la izquierda se pueden ver las paredes rocosas denominadas como «Salto del Cabrero». No hay que olvidar que nos encontramos en el entorno de un espacio protegido como el Parque Natural de la Sierra de Grazalema.

Cercano a nosotros destaca el Salto del Cabrero en la paralela Sierra del Endrinal, un par de rocas opuestas sobresalientes, en forma de pequeña falla, que llamará nuestra atención. Más lejos distinguimos la Sierra de la Silla, tras la cual el relieve de las montañas se vuelve cada vez más suave. Además, es destacable en lo que a vegetación respecta la aparición de un joven, aunque apretado, pinar.

En el tramo final apenas sí apreciamos que la pendiente vuelve a redoblarse, de no ser porque a nuestro organismo le cuesta un mayor esfuerzo soportar el muelle pedalear de unos cientos de metros atrás.

Coronamos junto al mirador con cartel indicativo del puerto.

Con la proximidad del collado vuelven a hacer acto de presencia unas curvas más cerradas hasta que, tras girar hacia la derecha encaramos la recta final del puerto donde, un mirador, nos invitará a detenernos nuevamente y disfrutar de los encantos de una provincia tan llena de contrastes como es la de Cádiz. Y, si pueden, no se pierdan el atardecer desde El Boyar… Inolvidable.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

3 respuestas »

  1. ¡Vaya pedazo reportaje! La verdad, lo merece. Tanto este como Las Palomas y Pedro Ruiz son magníficos puertos para una zona que, para un tipo del Cantábrico, aún resulta sorprendente. ¡Ganas de volver por ahí!

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