Altimetrías

Puerto de El Caballón, la trampa de Sierra Morena.

Estado del firme:*****

Dureza:**

Volumen de tráfico:*

Consejos y sugerencias: es conveniente tener en cuenta varios aspectos, como el calor en verano (sin fuentes hasta Obejo), la dureza de las rampas y la longitud del puerto que, a pesar de que al final es muy tendido, acaba por hacerse largo.

Desde la Era de la Viuda contemplamos el tramo más duro del puerto.

Con una vertiente Oeste bastante dura y continuada en sus pendientes y una Este prácticamente inexistente, la cara oculta de este puerto, la vertiente Sur de El Caballón, se ha revelado como uno de los puertos naturales de mayor dificultad –si no el que más- en la provincia cordobesa. Una subida con todos los ingredientes para hacernos disfrutar de nuestra afición: irregular, larga, exigente y todo ello aderezado, además, por algunos de los más bellos parajes de Sierra Morena.

Curiosamente en Adamuz, bastante lejos de El Caballón, aparece indicado el puerto en cuya cima, como es habitual, no existe cartel alguno.

Hasta llegar al inicio del puerto, partiendo desde Adamuz, habremos de superar una sucesión de repechos que culminan en el puerto de Kilva, desde cuya cima se goza de una espectacular panorámica sobre el valle que excava el río Varas y sobre las montañas colindantes.

Desde el vecino puerto de Kilva vemos el tramo inicial del puerto y, al fondo, la carretera cortando la ladera en la zona de la Era de la Viuda.

Tras un descenso revirado y no exento de peligro, alcanzamos el puente y nos disponemos a comenzar el puerto. Su inicio no es fácil, pues pronto vamos a poner a prueba nuestras fuerzas con rampas que superan el 10%. A nuestra izquierda queda el río cada vez más abajo y enfrente de nosotros se descuelgan del Cerro de la Palma unos riscos que justifican plenamente la denominación de “Pasada de las Piedras del Aire” que recibe la angostura por que fluye el río.

Rampas iniciales en la «Pasada de las Piedras del Aire».

Al salir de una vaguada a izquierdas la pendiente va a elevarse ostensiblemente hasta situarse en algún momento en el 15%. Menos mal que nuestras pulsaciones volveran a ralentizarse en cuanto concluyamos el primer kilómetro de ascenso. Dejamos atrás la “Pasada” y nos encontramos con un descenso largo, de algo más de un km., hasta llegar a una amplísima vaguada a izquierdas.

Haremos bien en aprovechar el descansillo, pues pronto vamos a enfrentarnos con el tramo de mayor exigencia del puerto. Se trata de 2 km. en que la pendiente media se situará siempre próxima al 10% y con máximas del 16%. Y, para que no podamos poner excusas, un cartel con un letrero de 14% nos avisa del calvario que está por venir.

Una de las pocas herraduras que traza la carretera, justo al inicio del tramo más duro.

Pronto trazaremos una herradura a derechas y nos encontraremos con un breve descansillo. Tomamos aire y nos aprestamos para seguir sufriendo. Remontamos a media ladera, entre olivos y encinas, las Peñas del Halcón en lo que será el km. más duro de todo el puerto. No ayuda en nuestro esfuerzo la visión de la carretera colgada en la Era de la Viuda, un cerrillo que se eleva frente a nosotros en la distancia… mejor volvemos fijar la mirada en el suelo y continuamos impulsando los pedales a fuerza de riñones.

Cierto es que existen pequeños descansillos, sí, pero cada uno de ellos es secundado por un rampón de aupa. No queremos ni imaginar cómo sufriríamos aquí con los rigores del verano haciendo estragos.

Al poco de comenzar el km. 4 termina la primera parte de nuestro particular calvario y, por unos instantes, se abre la panorámica hacia el Sur, donde se adivina, entre colinas, el Embalse de Guadalmellato. Cresteamos siempre en ascenso por las Peñas del Halcón. En efecto, lejos de descender, la carretera sigue subiendo y subiendo, aunque la pendiente ha cejado en gran medida.

En las «Peñas del Halcón» abandonamos el tramo más duro del puerto.

Ahora podemos, por lo menos, tomar aire y deleitarnos con las vistas que se extienden hacia el Noroeste y, por momentos, hacia el Sur.

Paulatinamente iremos girando en dirección Norte en pos de la Era de la Viuda, ese tramo de carretera que antes nos parecía inaccesible y en el que trazaremos una herradura hacia el interior. Pero antes de alcanzarlo retornan las rampas de doble dígito. A nuestra derecha podemos observar buena parte de lo ascendido e incluso atisbamos la carretera del puerto de Kilva, cuyo descenso queda ya tan lejano. Por unos momentos rodaremos en la linde de términos de Adamuz y Villanueva de Córdoba hasta que, finalmente, nos introduzcamos plenamente en este último.

Desde la Era de la Viuda se abre la panorámica.

Al ganar el punto más alto de la Era comienza una parte del puerto que acaba por resultarnos interminable. Podría parecer que hemos coronado, pues encaramos un suave descenso, pero pronto comprobaremos que nada hay más lejos de la realidad. Si teníamos intención de cargar el plato grande, pronto nos veremos abocados a desengranarlo: un nuevo repecho con una rampa al 10% mantenido y que llega a alcanzar el 11% nos persuade de lo contrario.

Por momentos estamos rodeados de encinas, por momentos de olivos. Incluso aparecen algunos pinos aislados, esparto y aulaga. Se suceden las lomas y, cuando hemos coronado el repecho, bajamos un poco y volvemos a afrontar otro. De nuevo el dilema del plato grande nos acucia. Finalmente, ignaros y temerosos por lo que pueda restar, decidimos ser cautos y reservar fuerzas.

En la parte final, más «cómoda», se alternan repechos y descansillos.

– “¿Cuándo demonios se terminará esto?”- Nos preguntamos conscientes de que no debemos encontrarnos ya demasiado lejos de nuestro objetivo, aunque nos parece que nunca llegaremos al cruce, que nunca alcanzaremos El Caballón.

Como único vestigio de la presencia del ser humano en kilómetros y kilómetros nos encontraremos con distintas fincas y cortijadas que jalonan la carretera y con la frecuente la presencia –principalmente en esta zona- de rebaños de ovejas, vacadas y piaras de guarros entre los incesantes ladridos de perros pastores.

En medio de la más absoluta de las nadas, aparecen algunas fincas como único vestigio de civilización.

Después de bordear la Loma del Caballón –no confundir con el puerto- sobrepasamos la línea de los 650 m. de altitud en torno a la cual nos moveremos durante unos bellísimos kilómetros en que las vistas hacia el Sur, con el embalse de Guadalmellato escondido tras varias líneas de colinas, nos extasían.

Esta zona elevada y abierta queda expuesta a la acción del viento que, caso de manifestarse, podría añadir el punto de dureza que le falta a este trecho en que la pendiente, muy constante, se ha suavizado notablemente.

Obejo es como un «oasis» en mitad de la sierra.

Por fin, tras un nuevo repecho algo más acentuado, tenemos visión, por vez primera, de la carretera de Obejo a Villanueva. Descendemos durante unos cientos de metros contemplando en toda su extensión la Dehesa de los Pedroches y, por fin, giramos a la izquierda en el cruce, trazando una curva de herradura.

Un último esfuerzo nos va a exigir el Caballón, pues esta última rampa se las trae. Quedan unos 400 m. hasta la cima del puerto, pero todos ellos –salvo los metros finales en que la pendiente suaviza- por encima del 10%.

Última rampa del puerto con la dehesa de Los Pedroches al fondo.

Una vez arriba, comenzamos a pensar en objetivos inmediatos: próxima parada, Obejo. Pero antes disfrutemos del momento y, sobre todo, de los más de 6 km. de merecido descenso hasta el río Cuzna.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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