Altimetrías

Alto del Higueral por Arroyo de Priego, en el corazón de la Subbética Cordobesa

Estado del firme:***

Dureza:*

Volumen de tráfico:*

Consejos y sugerencias: ascenso ideal para incluir en una ruta por el “territorio comanche” por excelencia: la subbética.

En medio del mar de olivos que es la Subbética Cordobesa.

Segmento Strava

El ascenso desde Iznájar hasta la pedanía de El Higueral por el arroyo de Priego es en su inicio un suave paseo remontando el cauce que, por momento se encajona, entre laderas abarrotadas de olivos.

Además de hacer referencia a una corriente de agua, Arroyo de Priego es una pequeña aldea que atravesaremos en el suave inicio del ascenso.

El firme, estrecho y en buen estado, no se apresura en ganar metros, sino que junto al río apenas pasa de ser un falso llano durante los primeros cinco kilómetros, más allá de rampas salpicadas aquí y allá que nos recuerdan que, en efecto, la carretera pica para arriba.

Jalonan el camino algunas fincas que nos recuerdan que el mar de olivos tiene también sus particulares “marineros” que lo faenan: no en vano, algunos de los mejores aceites del país se pescan en estas lomas.

El cruce de Los Juncares lo es también del duro Alto del Jaramillo. Aún queda un tramo de falso llano.

Casi tres kilómetros vamos a cubrir cuando a la izquierda nos topamos con el cruce de Los Juncares: una recta remonta la ladera de forma directa con unos rampones que superan el 10%, aunque por suerte nuestro camino no nos lleva camino por el Alto del Jaramillo, todo un segunda de esos cortitos pero matones.

Rato ha que se han sumado a colorear el paisaje, hileras de almendros junto a las cunetas, aunque desde el cruce nos parecen más abundantes.

Se abre la carretera y aparece el caserío de El Higueral.

Las lomas se comienzan a abrir a uno y otro lado, justo en una zona donde la carretera sube y baja con algo más de pendiente. Pues bien, en este momento asoma frente a nosotros el caserío de El Higueral. Y, claro, se ve demasiado arriba como para que la carretera por la que transitamos no nos dé algún “susto” en forma de rampa. Y es que, en efecto, la fisonomía del ascenso está a punto de cambiar.

Primero aparece alguna rampa suelta de doble dígito, pero aún se sucede algún descansillo. Luego las rampas se van a ir ubicando en una pendiente que, si aún resulta cómoda, ya no podemos considerar como un falso llano.

Pero lo verdaderamente interesante se nos viene a poco más de un kilómetro de llegar a El Higueral, donde la cuesta va a redoblar su pendiente hasta situarse constantemente por encima del 10%.

Durísima curva de herradura en plena faena.

De esta manera, lo que venía siendo un agradable paseo, acaba en un buen calentón con subida de pulsaciones por encima de lo esperado.

Una herradura a izquierdas, al 15%, nos hace cambiar de dirección y permite observar el valle que hemos venido remontando durante varios felices kilómetros.

Aunque la rampa nos ha dejado ligeramente noqueados y con poco espíritu contemplativo, lo cierto es que un breve vistazo a nuestra izquierda nos permite gozar de buena panorámica de la zona. Incluso alcanzamos a atisbar el enjalbegado caserío de Iznájar resplandeciente entre el oleaje de olivos de esta interminable sucesión de lomas que nos rodea.

Si ponemos olvidarnos de la rampa, un vistazo atrás nos permite divisar Iznájar en lontananza.

En este punto un pico del 17% propicia que fijemos nuestras distraídas miradas en la rueda delantera. A estas alturas la poco ha acompasada respiración ha tornado jadeo… ciertamente esto ya adquiere dimensión de puerto.

A El Higueral entramos en plena herradura, con cruce a izquierdas. Pero nuestra ruta nos conduce dirección Priego, por lo que seguimos a la derecha para continuar subiendo durante varios cientos de metros, antes de ganar el falso llano final que nos ubique en la cima del que hemos denominado como Alto de El Higueral.

Rampa de entrada a El Higueral… menos mal que queda poca cuesta.

La pedanía, de origen prehistórico y con raíces romanas, cuenta con una iglesia de mediado el pasado siglo y un lavadero público, elemento que nos evoca los menesteres en que antaño las mozas se ocupaban laboriosas, vestigio de otro tiempo, otra época.

En cualquier caso, predominan construcciones de moderna factura y chalets, por lo que la zona nos parece más interesante por el medio rural y natural que por el encanto de sus calles.

Precisamente al salir de la travesía, pasando junto al camposanto, la pendiente cede, en una recta con cambio de rasante, para darnos tregua.

Final cómodo, aunque con algún repecho postrero.

El final algo irregular provoca cierta confusión a la hora de ubicar la cima que, de hecho, bien podría situarse casi unos 800 m. antes de donde la hemos ubicado de no ser porque cuenta con unos pocos metros menos de altitud, tras una curva y justo antes del cruce de Algarinejo. Se acaba el ascenso, pero, si continuamos la ruta, nuevas cuestas no van a faltar.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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