Altimetrías

Peña Escrita, la animalada.

Estado del firme:***

Dureza:*****

Volumen de tráfico:**

Consejos y sugerencias: plato muy chico, corona muy grande… y a sufrir. Puesto que la bajada se realiza por donde se ha de subir, es conveniente una adecuada puesta a punto de los frenos, si no queremos llevarnos un susto innecesario.

Con un kilómetro al 16,5% de pendiente media entre otros de considerable dureza, Peña Escrita es con diferencia el puerto más extremo de Andalucía.

Pocas son las provincias españolas que pueden presumir de la riqueza paisajística y climática de que goza Granada: desde la franja desértica que linda con Almería, hasta Sierra Nevada, pasando por la costas mediterránea y tropical con sus playas, acantilados y calas de ensueño, olivo en el poniente, vergel alpujarreño, llanura en la vega, nieve en sus altas cumbres y, sobre todo, montaña, mucha montaña por doquier. Esta diversidad convierte Granada en una de las provincias más afortunadas de nuestro territorio y en una de las más apetecibles para los cicloturistas.

Los cultivos tropicales predominan en el inicio del ascenso.

En esta ocasión nos centraremos en ese privilegiado rincón del sur de la provincia en que se ubica Almuñécar. Allí, desde la costa tropical emerge la Sierra de la Almijara con continuos entrantes y salientes, con profundas ramblas y barranquillos: un terreno abrupto que ha sido modelado por el hombre para sacarle el máximo provecho. Al final del breve curso de sus ríos son comunes los invernaderos, que afean el paisaje marítimo a lo largo de toda la costa oriental andaluza, pero que proporcionan una de las principales fuentes de ingresos para sus habitantes. Río arriba, el valle se encaja entre empinadas laderas abancaladas con cultivos típicamente tropicales como chirimoyos, aguacates, kiwis o maracuyá al amparo de un microclima tan propicio como sorprendente en estas latitudes.

En este entorno de excepción se ubica un ascenso como pocos en nuestra geografía: Peña Escrita. Se trata de la carretera que, desde la sexitana barriada de Torrecuevas, trepa hasta las instalaciones de un zoológico y que, desde luego, sacará a relucir nuestra faceta más animal. Y es que no son muchos los puertos peninsulares como éste que admitan parangón con el inhumano Angliru por la dureza,longitud y la continuidad de sus rampas.

La comparación de sus rampas con las del mítico Angliru no es cosa baladí.

Un inicio irregular, aunque fragoso, abre nuestro apetito durante un primer kilómetro en que las pendientes, aún entre las calles de Torrecuevas, se disparan hasta rozar el 20%. Suerte de descansillos que nos conceden tregua antes de la verdadera traca. En plena bajada, tras pasar bajo la autovía, nos llama la atención una espiral que se retuerce en la ladera a modo de rosca de tornillo… sí, sí, por ahí hay que trepar.

Abandonada la barriada de Torrecuevas, donde se inicia el ascenso, nos topamos con una espectacular sucesión de herraduras con fuertes pendientes.

Tras pasar el puentecillo sobre el arroyo Seco las rampas se sitúan ya por encima del 20% como si nada a la par que comienza la sucesión herraduras ya a izquierdas, ya a derechas, hasta sumar un total de siete revueltas. Y, aunque la primera rampa es la más brutal, no debemos obviar que los números del kilómetro arrojan una pendiente media del 13,3%.

En pocos kilómetros abandonaremos los bancales y los cultivos tropicales.

Entre bancales continuamos el ascenso por rampas que rara vez flojean y que, cuando lo hacen, apenas sí nos dejan espacio para recuperar el resuello: no ralean picos del 20% e incluso más. Será tras salir de una doble herradura cuando la pendiente media de la subida descienda notablemente. Y, aunque las rampas de doble dígito siguen incomodando, los descansillos acaban por imponerse.

Abandonamos los cultivos tropicales a la par que ganamos la cuerda de la montaña por la que vamos a crestear durante los siguientes kilómetros.

Continuos descansillos alternan con duras rampas en un punto intermedio del ascenso.

En estas alturas de la subida la cuesta ha tornado irregular, con constantes repechones de fuerte pendiente y descansillos. La vegetación tropical abandona el margen de la carretera, quedando los bancales en las laderas vecinas, sólo algunos chalets y albercas jalonan nuestro camino hacia el zoológico.

Frente por frente una rampa de 200 m. mantenida al 20% de media con puntas del 24%…

Pero pronto, la visión frente a nosotros de la carretera ascendiendo recta por una ladera nos produce un escalofrío. El susto no será en vano, ya que se trata de un tramo de poco más de 200 m. en que la pendiente no baja del 20%… Suerte que luego nos topamos con un último falso llano previo a la traca final, porque el repechito nos dejará mermadas las fuerzas de cara a los últimos 4 km.

Aunque parezca mentira, todo lo anteriormente ascendido no era más que un aperitivo. Tras un último descansillo nos espera la traca final.

La pendiente irá in crescendo en el siguiente kilómetro hasta alcanzar nuevamente la inhumana cifra del 20%, pero en esta ocasión, además, lo hará de forma mantenida durante un kilómetro completo. La elección del desarrollo torna esencial llegados a este punto: echaremos mano del piñón más grande que hayamos montado y, con todo, se nos antojará corto.

El rústico portón es la puerta de un infierno que no necesita de canes de tres cabezas que la custodien.

El portón de “Peña Escrita” además de entrada del parque zoológico marca el inicio de ese devastador km. al 16,5 %. El abrupto paisaje, la roca escarpada, se hallan en perfecta consonancia con la cuesta, si bien, apenas podremos apartar la mirada de la carretera mientras nos esforzamos por mantener el equilibrio para no acabar con los huesos en ella, ya que la velocidad que desarrollamos supera con dificultad los 5 km/h.

Las crueldad de las rampas ponen a prueba nuestras fuerzas y nuestra habilidad sobre dos ruedas.

La puntilla nos la hundirá el hormigón, que viene a sustituir el asfalto en los dos últimos kilómetros, aunque la pendiente en un tramo intermedio se vuelve algo más humana: a estas alturas consideraremos descansillo una rampa del 10%.

Tras un «descanso» al 10% en un tramo ya con el firme hormigonado, el ascenso se recrudece.

Sin embargo, pasado el cartel indicativo del “Mirador de los Leones” la fiereza del puerto vuelve a mostrarse en su máxima expresión dándonos un buen zarpazo con una rampa a más del 20%.

La rampa de irregular hormigón no ceja hasta que se acaba la carretera.

Nuestras fatigadas piernas, nuestros brazos en tensión, nuestra sufrida espalda, todo nuestro ser en definitiva, tienen el único objetivo de doblegar el puerto o, por el contrario, caer extenuados en el intento. Y ahora ya rozamos ese objetivo con los dedos de la mano.

Última herradura tras el Mesón Cantalobos justo antes de culminar en la casa «El Jaral».

Tras varias herraduras alcanzamos el Mesón Cantalobos y por unos momentos pensamos que ya está todo hecho, hasta que nos percatamos de que a nuestra izquierda el cemento sigue remontando la montaña… Unos últimos cientos de metros a más del 15%, una última herradura a derechas, la pista de despegue de parapentes y allí, junto a una casetilla, la carretera muere, sin salida alguna, a casi 1.200 m. de altitud. Insípido postre para un menú tan sabroso.

Grandes vistas en un descenso en el que cualquier precaución es poca.

Las vistas, eso sí, no defraudan: la Almijara, con la carretera de la Cabra Montés rayando la montaña, el Mediterráneo, Sierra Nevada, la Sierra de Lújar… Y al bajar, si los frenos aguantan, podemos entretenernos en la visita al zoológico. Desde luego, no se le puede pedir más a un puerto.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

5 respuestas »

    • Hola Daniel,
      En primer lugar, comentarte que las últimas noticias que tenemos son las del cierre del zoológico por diversos motivos. Así que desde el portón en que empieza el exigente tramo final no se puede pasar.
      En la misma cima no hay sitio, unos cientos de metros más abajo hay poco. Habría que acondicionar algunas pistas de tierra para albergar la parafernalia que mueve una carrera ciclista.
      La verdad es que alternando cada cierto tiempo con Angliru no estaría nada mal.

  1. Lo hicimos la pasada semana con bici de montaña. Doy fe que es una autentica animalada. Eso sí, cuando coronas la sonrisa no se te quita de la cara, batalla ganada a un puerto único.

    Carlos Hijas

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