Altimetrías

Cobertoria – Pico Gamoniteiro por Pola de Lena, más allá del «Olimpo» ciclista.

Estado del firme:****

Dureza:*****

Volumen de tráfico:***

Consejos y sugerencias: sin rampas extremas, no es necesario llevar desarrollos especiales, aunque nunca están de más. Regular en un puerto de estas características, más que recomendación, es una necesidad, si no queremos poner pie a tierra.

Segmento Strava.

La cima del Gamoniteiro, techo de la Sierra del Áramo.

La Montaña Central asturiana y, concretamente, la Sierra del Áramo es bien conocida por los cicloturistas de toda España y, más aún, de todo el mundo por albergar las terroríficas rampas del considerado Olimpo del ciclismo patrio: L’Angliru.

Sus cuestas, tan temidas como afamadas y visitadas, mueren cuesta abajo junto a un lago, casi charca, al pie de La Gamonal –nombre del pico con que primeramente fue bautizado el coloso riosano- una de las cumbres más altas de estos contornos, un honor éste que le corresponde en exclusiva a la montaña que aquí nos atañe, menos conocida por el público en general, pero -lo que es más importante- igualmente temible: el Pico Gamoniteiro.

Se trata de un rival de muchísimo nivel a cuya vecindad con La Gamonal también hay que añadir, curiosamente, una etimología similar en su denominación: “tierra de gamones”, es decir, tierra rica en asfódalos, esa planta que también llaman pita ciega y que pare unas vistosas flores blancas. Y, por supuesto, un paisaje similar de esos de quitar el hipo: Asturias a la enésima potencia.

Paisaje de alta montaña camino del Gamoniteiro.

Hasta el mismísimo Gamoniteiro asciende una carretera que es compartida durante casi 9 km. con la del alto de La Cobertoria, una subida varias veces visitada por la Vuelta Ciclista a España desde su estreno en 1988, aunque siempre ascendida por una de sus caras menos fieras. De hecho, este puerto se granjeó cierto renombre en el mundillo más bien por su peligrosísimo descenso hacia Pola de Lena –por la antigua carretera, ya que la actual, remozada y mejorada, no presenta más dificultad que la que puedan plantear las fuertes pendientes-, que ha propiciado múltiples caídas de cierta importancia en la historia de la prueba ciclista: Fernando Escartín besó el suelo un par de veces y a punto estuvo de no poder llegar a su boda con tres costillas rotas del costalazo y Abraham Olano se dejó ahí sus opciones para ganar la Vuelta, pero es al suizo Alex Zülle a quien debemos la más “divertida” anécdota cuando allá por 1993, entumecido por la lluvia, el frío y el barro de la caída pronunció o, más bien, balbuceó aquello de «agua, culo, carretera, bicicleta, flores» mientras su compatriota Tony Rominger le “sisaba” el liderato y a la postre el triunfo en la carrera.

La nueva carretera de La Cobertoria nada tiene que ver con lo que fue en un pasado aún reciente.

En definitiva, el alto de la Cobertoria por esta vertiente de Pola nunca se ha ascendido hasta la fecha en la gran prueba ciclista nacional, algo que hay que lamentar. Ni que decir tiene que la prolongación hasta el Gamoniteiro tampoco, ni siquiera viniendo desde Llanuces, ya que llegar hasta el picu sería bastante más complejo logísticamente y todo un reto para el organizador de la prueba. Claro que ello no ha sido óbice para que el Club Ciclista Puerta de Asturias organizase una prueba cicloturista con final en este gran coloso.

La emisora de la cima propició la construcción de la carretera a mediado de los años sesenta del pasado siglo.

La pista asfaltada del Gamoniteiro, que parte aproximadamente un kilómetro antes de La Cobertoria, tiene su origen en la instalación de las antenas o repetidores de RTVE que se erigen en la cima, cuando fueron inaugurados el cinco de marzo del lejano año de 1964. Como ocurre en otros muchos lugares de la geografía nacional, se buscó un lugar elevado que estuviese ubicado en el centro de la región para darle buena cobertura. De ahí que la Sierra del Áramo -y, más concretamente los 1.791 m. de altitud del Gamoniteiro- fuese el emplazamiento escogido para Asturias. Así pues, éste fue el motivo de la construcción de la que ha sido carretera asfaltada más alta del Principado hasta la pavimentación del Cueto Negro, prolongación de Pajares-Brañillín.

Pero unas líneas más arriba hemos afirmado que este ascenso es un duro rival de su vecino, L’Angliru, y eso es mucho decir, así que conviene explicar un poco mejor el motivo de dicha comparación y profundizar para ello en los datos de ambos puertos.

L’Angliru, el mítico ascenso vecino a Gamoniteiro, un puerto de características diferentes pero de dureza global similar.

El análisis comparativo nos dice que se trata de ascensos radicalmente diferentes: si obviamos datos generales como longitud y pendiente media en ambos, por un lado tenemos un puerto con 6,5 km. de extrema dureza precedidos por un inicio duro, aunque nada fuera de lo normal: lo que marca la diferencia en L’Angliru es su tramo final y, sobre todo, ese km. a más del 17% de pendiente media con la famosa cuenya les cabres (“camino de las cabras”, ¡cuán apropiado nombre!) donde los ciclistas nos retorcemos de lo lindo. Sin embargo, Gamoniteiro es un puerto más constante y, desde que se abandona Pola de Lena, apenas si encontramos tregua en sus rampas: sólo el tramo previo al cruce de las antenas y el posterior rebajan la pendiente. Podemos afirmar que su porcentaje medio es representativo de la práctica totalidad del puerto, por lo que sus algo más de 15 km. al 9,7% los sufriremos desde el cabo hasta el rabo.

Pero empecemos desde abajo, por el cabo, en Pola de Lena.

El lema «Lena, destino ciclista» en la fachada del ayuntamiento de Pola de Lena.

La Pola debe su fundación a Alfonso X el Sabio en su afán de repoblar la zona y fijar un centro económico y administrativo, aunque los primeros habitantes del Concejo se remontan a la prehistoria, como veremos más adelante al referirnos a La Cobertoria. La ganadería, la agricultura y la minería fueron siempre los motores de la localidad hasta que la crisis hizo estragos en ésta última convirtiéndola en una actividad residual. Actualmente, el sector servicios, las comunicaciones y las tareas tradicionales ya mencionadas, siguen siendo los medios de vida de una ciudad y una comarca que, no obstante, busca en el turismo interior, siempre en alza, un nuevo método de revitalización. Es en este contexto donde surge “Lena, destino ciclista”, un proyecto que busca la promoción de la comarca mediante la explotación de las muchas virtudes de su privilegiada orografía, con pasos históricos como Pajares –Puerta de Asturias- y su prolongación al Cueto Negro, bellezas desconocidas como La Cubilla, cuyo ascenso no dejará a nadie indiferente, o colosos como el de La Cobertoria que nos disponemos a ascender a continuación, partiendo desde las mismas calles de Pola de Lena.

Cruce en que toma su inicio la subida a La Cobertoria y, por extensión, al Pico Gamoniteiro.

Así pues, junto al Ayuntamiento de Pola de Lena, en la calle Grande Covián, se inicia el ascenso por la AS-230 en dirección a Barzana de Quirós, según nos indica un cartel. Merece la pena detenerse un momento para contemplar la fachada de la casa consistorial, que sigue el modelo de las antiguas casonas asturianas y se inspira en el pabellón de Asturias construido en Sevilla para la exposición Iberoamericana de 1929.

El callejeo será breve y sin pérdida, abandonando la localidad al poco de pasar bajo las vías del tren, momento en que, además, la carretera se estrecha –el ancho de la calzada en este punto sí que parece el de antes del arreglo-, aunque sólo durante un centenar de metros o poco más.

Tramo aún estrecho de carretera, al fondo ya se contempla el arreglo.

Las rampas empiezan a dejarse notar, aunque nuestro pedaleo aún conserva cierta agilidad… de momento. Atravesamos la aldea de Palacios y las sensaciones son de “sí, esto es duro, pero bueno, se deja hacer…” y entonces, al poco, llegamos al punto clave, Piedracea. Al salir de esta aldea es cuando realmente empezaremos a notar de verdad la entidad de este puerto: rampas del 11%, del 12%, constantes carteles que nos lo advierten y, ¡zas, 500 m. al 12%!, como quien no quiere la cosa.

Tras Piedracea la rampa será dura y constante. Los carteles se suelen quedar cortos…

Y es que tras Piedracea, como decíamos, se inicia un durísimo tramo de más de 5 km al 11,5 % de media. Las máximas son considerables, pero tampoco disparatadas (15% y una leve punta al 16%), lo que nos ofrece una idea de la continuidad en las rampas… pronto estaremos dispuestos a vender nuestra alma al diablo por un descansillo.

Frente a nosotros, en lo alto, la montaña nos cierra el paso hasta lo alto del Collado de la Cobertoria, cuya cima se intuye en días claros. Es ciertamente desmoralizador tomar una curva a derechas y ver, colgada en la loma de enfrente, la carretera y cómo trepa a base de fuertes pendientes.

A la izquierda, los montes lucen una tupida arboleda y frescos pastos en los puntos en que ésta ralea.

Aunque la carretera es buena y la rueda desliza, la bicicleta apenas avanza.

Cargándonos de paciencia y proponiéndonos pequeñas metas, como la de alcanzar la siguiente curva, vamos haciendo camino lentamente. Y así, salimos de una cerrada curva a derechas tras la cual, un nuevo cartel nos indica la presencia de una rampa continuada al 12%… Pues bien, se queda corta… ¡el kilómetro completo casi alcanza el 13% de media!

Pero lo peor de todo es que la dureza nunca acaba ahí, sino que el puerto nos “agasaja” una y otra vez con interminables rampas que parecen no tener fin, por más que albergamos la esperanza de que, tras la siguiente curva, nos conceda un respiro en forma de descansillo.

Rodamos, en cambio, en la fatigosa compañía del doble dígito que, poco antes del cruce de Armá, habrá alcanzado brevemente la cifra de 16%, pico máximo que hemos medido en La Cobertoria. Tras dicho cruce, además de la carretera que rasga el manto verde de la montaña frente a nosotros, nos llama la atención la pálida roca caliza que corona las más altas cimas, preludio del ascenso final a la cumbre del Gamoniteiro.

La caliza aflora en las cumbres de la montaña. La zona final se presume abrupta.

Pero hasta llegar al cruce de las antenas aún nos restan más de tres km. y medio, dos de los cuales serán todavía de máxima exigencia. Así, en la línea del tramo inmediatamente anterior, la cuesta continúa sin tregua que valga y a base de pendientes que en contadísimas ocasiones bajan del 10%. Por el contrario, una larga rampa del 12% acaba rematada por un pico al 14%.

Una prolongada recta nos lleva al cruce de un área recreativa, primero, y al del Cuchu Puercu o Collado Puerco, poco después. De especial interés resulta esta carretera que parte a nuestra derecha, ya que conecta con la cima del archiconocido alto de El Cordal, que se asciende cada vez que la Vuelta a España visita L’Angliru. Se trata, pues, de una continuación de aquél, que conecta con La Cobertoria dando lugar a una variante de ascenso de esta vertiente que estamos ascendiendo.

Tras el cruce hacia El Collado Puerco, la pendiente se acentúa.

Al poco de dejar el cruce, tras un giro a izquierdas y otro a derechas, nos acecha otro rampón de aúpa. Un 15% mantenido y rectilíneo que, a estas alturas de puerto, resulta demoledor.

Pero tras la tempestad, por fin llega la calma. Alcanzamos una curva a izquierdas y la pendiente comienza a descender paulatinamente. El puerto se humaniza y de qué manera, ofreciéndonos de propina unas excelentes vistas del valle y adentrándose en un tupido bosquete tras el monolito que nos anuncia la fuente La Faya y tras un vértice geodésico levantado junto a la carretera.

Llegamos a la fuente La Faya, punto en que se acaba el calvario de 5,2 km. al 11,5% de pendiente media.

Cuando quedan algo más de mil metros para el ansiado cruce, por fin La Cobertoria nos deja respirar. Y es que el final de este puerto suaviza, primero, para terminar, por último, en un falso llano antes de emprender el descenso hasta Santa Marina.

En la cima de La Cobertoria –como en otros emplazamientos del cordal de la montaña- se han encontrado restos de enterramiento, en concreto una necrópolis megalítica, correspondiente al período neolítico, de hecho, parece que el nombre del puerto podría derivar de las “tapas» (coberturas) de dichos enterramientos, siendo que antiguamente se denominaba “puerto del Áramo”, topónimo éste que acabaría designando a la sierra colindante y cuya etimología, incierta aunque presumiblemente de origen prerromano, parece hacer referencia al valle en su zona baja y alta, es decir, al valle y al puerto, pero no a la sierra propiamente.

Con el collado de La Cobertoria a tiro de piedra, nos desviamos hacia la cumbre del Gamoniteiro.

Dejando a un lado estas curiosidades lingüísticas, nosotros, como hemos advertido, no necesitamos llegar a la cima del puerto, sino que nos desviamos a la derecha en un cruce situado a poco más de un kilómetro del alto y que, bien señalizado, nos conduce hacia el pico Gamoniteiro. Aquí, en la encrucijada, llama nuestra atención un grupo de caballos que se pavonean pastando junto a la carretera e incluso dentro de ella en plena libertad.

La carretera se estrecha notablemente, pero el firme está impecable.

Al torcer a la derecha nos adentramos en una carreterita estrecha, aunque de buen firme que a cualquiera que haya subido La Cobertoria antes de su arreglo le recordará, casi con total seguridad, a la antigua carretera del puerto.

El falso llano, a punto de agotarse, nos permitirá incluso un amago de descenso antes de que el camino vuelva a mirar al cielo asturiano.

Cerrada vegetación al inicio de la pista.

Destacable es, además, en este inicio el frondoso follaje que prácticamente cubre la carretera desde ambas márgenes. Aunque, como es costumbre ya en este ascenso, nuestro deleite está punto de acabarse, y no precisamente porque disminuya la belleza del entorno –que seguirá in crescendo pedalada a pedalada-, sino porque paulatinamente la rampa se instalará en el doble dígito de porcentaje y nos impedirá disfrutar como es menester en un lugar de naturaleza tan agraciada.

Nos desembarazamos de la vegetación y el monte se vuelve a mostrar. De frente Peña Podre.

Otra vez en faena, atravesaremos consecutivamente un par de collados, la collá del Fresno y la collá del Medio. Aquélla nos abre la panorámica hacia el Concejo de Teverga, con Llanuces y Murias monte abajo, y hacia la cumbre de Peña Podre, que se yergue frente a nuestras narices; La collá del Medio, en cambio, nos deja ante un panorama moralmente desolador: una rampa rectilínea de dureza elevada y sostenida, adornada justo cuando se curva a izquierdas con unos malecones que a nosotros nos traen reminiscencias de las carreteras de nuestra tierra.

Los malecones donde parece acabarse la carretera nos recuerdan a las carreteras de nuestra tierra.

En plena recta, nos asomamos hacia el lado derecho, barranco abajo, para contemplar la carretera de La Cobertoria, justo por donde hemos pasado hace unos minutos. De frente la caliza se eriza desde las verdes laderas y prados escarpándose abruptamente.

La carretera de La Cobertoria queda ya muy abajo.

Un giro de ciento ochenta grados a través de un nuevo colladito nos deja en un descansillo y nos introduce en una vaguada entre montañas, en cuya base se acumulan recogidas las aguas en el pequeño Llago Veneros.

Por fin, si la niebla lo permite, atisbamos el pirulí que corona la cima de la montaña… pero, aunque parezca mentira, aún queda muchísima tela por cortar. A nuestra derecha, en altas praderas, pastan las vacadas junto a pequeñas construcciones que semejan, si no lo son, cabañas de pastor.

Por fin atisbamos las antenas del Gamoniteiro… Aún nos queda mucho por sufrir.

Carretera arriba, las laderas que forman la vaguada se juntan en un collado por donde la carretera busca y encuentra la salida. Pero antes habremos de sortear uno de los puntos más complicados de todo este ya largo ascenso, un breve tramo de hormigón que, debido a su irregularidad y a la fuerte pendiente que alcanza, nos hará retorcernos como pocas veces durante el puerto. Y es que también hay que tener en consideración que todo el tramo ascendido de La Cobertoria empieza a pasarnos factura.

Corto pero durísimo tramo de hormigón con piso irregular y una punta final del 16%.

Alcanzado este nuevo collado, lejos de encontrar un momento de relajo, el camino sigue subiendo y subiendo en vecindad de peñascosas cumbres, cuya máxima altura nos disponemos por fin a asaltar.

El Gamoniteiro parece reticente a mostrarnos sus encantos…

Como escondiéndose tras los inmediatos cerros, asoma tímidamente con su penacho rojiblanco la calcárea cresta del Gamoniteiro. Para hacernos más difícil su conquista, si cabe, la carretera se ha tornado rugosa –este tramo no ha sido reasfaltado, según parece- y la pendiente crece hasta situarse como casi siempre por encima del 10% y, ya, dentro del último kilómetro, por encima incluso del 13% de media. Las vistas en días claros se pierden hacia el poniente astur, el meridiano y los septentriones.

La timidez da paso a la majestuosidad. Por fin a la vista su pico -aún cercano, pero alto- impone respeto.

Presos del entorno, pero también del cansancio, apenas capaces de dar dos pedaladas cadentes, avanzamos hacia nuestro objetivo con la ventaja de tenerlo a la vista y el inconveniente, a la vez, de atisbarlo aún tan alto.

Cuesta abajo, la impresionante rampa parece perderse en el fondo del valle.

Sólo cuando se acaba la montaña, cuando trazamos una postrera curva de herradura a derechas –tampoco hemos encontrado muchas en el trazado-, de nuevo hormigonada y con una pendiente máxima próxima al 20%, chocaremos frontalmente con el grupo de antenas de la cima justo hasta que una valla nos impide, a menos que la encontremos abierta, ascender hasta el punto más alto que alcanza la carretera, varias decenas de metros más arriba.

Salimos de la curva de herradura final, también de cemento.

La cima, como cabía esperar, es una magnífica atalaya de toda Asturias, quizás de las mejores por su situación en el centro del Principado, un privilegiado otero y el único que nos permite desde su eminente altura desdeñar henchidos de soberbia el Olimpo ciclista español.

Mapa:

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

 

5 respuestas »

  1. Gran reportaje. De las mejores narrativas que he visto hasta ahora en descripciones de subidas. Da gusto leer.
    Como curiosidad el Gamoniteiro es la subida de España con más kilómetros por encima del 10% y lo que es más alucinante es que está en el top-10 de subidas de Europa en esa categoría y muy por delante de otros puertos míticos que conocemos sobradamente de Giro-Tour.

    • Gracias por tus amables palabras.
      Nos consta que los organizadores de La Vuelta lo han estudiado a conciencia.
      Parece que es complicado logísticamente incluirlo hasta la cima.
      Lo cierto es que, aunque fuera en cronoescalada, nos gustaría verlo en carrera, porque es una subida diferente en España, como bien señalas.
      En fin, no perdemos la esperanza…

  2. Y no hicisteis el Gamoniteiro por El Cordal,un entrelazado de cuatro puertos sin bajar de los 700 metros de altitud y con el descesnso mas largo entre puerto y puerto de 100 metros.20,4 kilometros

    • Hola,
      Gracias por tu comentario.
      Cuando vamos a Asturias, tenemos que seleccionar muy bien las rutas y, desgraciadamente, no da tiempo a todo.
      Los números de esta vertiente son como para darles cierta prioridad.

  3. Pasote de puerto y de reportaje, me habeis hecho volver a subirlo aprendiendo cosas nuevas.
    Ni una coma le quito.
    El Gamoniteiro (y el Aramo en general) parece otro planeta, y ya cuando subes un día gris y a 3 km de la cima cruzas las nubes y empiezas a ver los rayos del sol, como pasa allí a menudo, la sensación es ac….

    Enhorabuena y gracias por el reportaje.

    anz. 😉

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