Estado del firme:***
Dureza:*
Volumen de tráfico:***
Consejos y sugerencias: es un lugar muy recomendable de visitar, sobre todo si vamos a pasar unos días por la zona. Mejor madrugar si queremos evitar el tráfico.

Desde el mirador de San Miguel, punto en que finaliza la carretera, obtenemos unas magníficas panorámicas de los Picos de Europa.
En el extremo oriental de los Picos de Europa, dentro de la comunidad cantábrica, encontraremos el ascenso a este conocido monasterio, muy próximo a la localidad de Potes, que tomamos como referencia si vamos en dirección a Camaleño y Fuente Dé.
A la salida de Potes, capital de la Comarca de Liébana, vamos a rodar apenas 300 ó 400 m. hasta dar con el cruce que nos conduce hasta el Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Al girar a la izquierda dará comienzo el ascenso que, en un principio cuenta con una rampa puntual al 11%, pico de pendiente que simplemente anticipa lo que está por llegar aunque, para eso, aún queda algo más de un kilómetro.

Antes del camping la pendiente no será excesivamente exigente, lo que nos permite recrearnos en el entorno.
La pendiente va a suavizar para ir ganando entereza paulatinamente y será a partir del camping cuando se estabilice en torno al 11%. Que en un kilómetro con esa pendiente media la máxima sea “sólo” del 13% significa que la cuesta es muy homogénea, sin estridencias en forma de rampas imposibles.
Al pasar el cruce hacia Mieses la carretera traza varias curvas seguidas para tomar un camino cuasi recto hasta el santuario.
Cada vez más impresionantes, las moles rocosas de Picos de Europa escalan con sus escarpadas cumbres hacia el cielo; abajo, junto a nosotros, verdes prados se apoderan del valle en el que la arboleda va ganando protagonismo a partir de cierta altitud. El paisaje liebanés crece a cada pedalada.
Varios cientos de metros antes de llegar al Santuario, por fin aparece a nuestra vista, antes la ermita de San Miguel se había anticipado desde su atalaya. La carretera se ha ido encajonando en la Sierra de la Viorna, concretamente en una rambla conocida como la Riega de San Martín.
Una amplia explanada de aparcamiento queda a nuestra derecha, otra más breve a nuestra izquierda, a medida en que la cuesta va cejando. El lugar está bien pertrechado para el uso turístico, pero como la carretera continúa, decidimos recrearnos en el lugar una vez explorado el terreno completamente.
La carretera traza una curva a derechas y se vuelve completamente llana. Un cartel nos avisa de que no encontraremos salida por allí, pero en cambio sí que nos toparemos con una coqueta ermita junto a un mirador natural que ofrece unas magníficas panorámicas del entorno y con Turieno y Potes encajonados, cada uno, en un punto distinto en el fondo del valle de Deva.
La obra, por su tipología, apunta al s. XIII y es una de tantas que se encuentran en las proximidades del Santuario, emplazamientos solitarios donde los eremitas buscaban un lugar de retiro para la meditación.
Ya de vuelta, realizamos la pertinente parada y visita al Santuario. Se trata de un conjunto de edificios dispersos y de origen dispar, aunque de similar propósito. El más antiguo parece ser la denominada como Santa Cueva, una ermita rupestre de estilo prerrománico que, según tradición, construyó el fundador del Santuario, Toribio de Palencia.
Además del Monasterio franciscano, que alberga el considerado como mayor resto de la cruz de cristo (lignum crucis) y obras del Beato de Liébana (s. VIII d.C.), encontramos encontraremos en las inmediaciones las ruinas del Santuario de Santa Catalina y la Ermita de San Juan de la Casería (siglo XVI).
En el conjunto del Monasterio propiamente dicho destaca la bella factura gótica de su iglesia, levantada sobre la base de otro templo más antiguo, quizás prerrománico. A estilo románico, por su parte, apunta la puerta sur, que parece subsistir a la reconstrucción posterior del edificio. La denominada como “puerta del Perdón” permanece cerrada excepto el día en que Santo Toribio coincide en domingo, momento en que comienza el Año Jubilar.
La obra en su conjunto evoca la austeridad propia de quienes escapan del “mundanal ruido” en su búsqueda de Dios.
GALERÍA FOTOGRÁFICA.
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