Estado del firme:****
Dureza:**
Volumen de tráfico:*
Consejos y sugerencias: guardar algún gramo de energías para el tramo final y no olvidarse de la cámara de fotos.

La cima del Ermita – Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Monteagud nos enseña una de las mejores panorámicas del sudeste andaluz.
La finalización del asfaltado del camino que desde Benizalón conduce hasta la Ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, también conocida como Ermita de Monteagud, ha supuesto una de las más agradables novedades del “cicloturismo de escalada” en la provincia de Almería.
La subida, dividida claramente en dos tramos, consta del puerto del Toril (cuyo reasfaltado también hay que celebrar), que se inicia desde las inmediaciones de Uleila del Campo y se corona a escasos mil quinientos metros de Benizalón, y de una segunda mitad que tras una travesía en descenso por dicha localidad toma inicio a su salida, resultando más irregular y que, como decíamos, ha sido concluida a principios de 2015.
La existencia de un camino de tierra que conecta la cima del puerto de la Virgen con los últimos 500 m. de ascenso en poco menos de kilómetro y medio, nos hace albergar la esperanza de que en cualquier momento contemos con una segunda vía de acceso hasta la cima de Monteagud.
De hecho es por este acceso terrizo por donde llegan hasta la ermita los millares de peregrinos que acuden a rendir tributo a la virgen desde el puerto que, por ello, recibe este nombre. En efecto, el segundo sábado de septiembre la carretera del puerto de la Virgen se llena de vehículos en sus cunetas, punto desde el cual los romeros hacen el camino a pie hasta lo alto del cerro.
En la cumbre de Monteagud se extiende una explanada que cierra por el este la ermita-santuario, mientras que mirando al norte, al sur y al oeste se encuentra el espacio habilitado para las hermandades correspondientes a los pueblos de la comarca, los denominados “cuartos de los pueblos”. La plaza, de suelo blanco, tiene dibujada una estrella de ocho puntas en la parte central y el edificio principal, el de la ermita, cuenta con dos partes separadas, una torre campanario y el camarín de la virgen, realizadas ambas obras en piedra sobre las que parecen ser ruinas de una antigua fortificación. Aunque el origen del santuario remonta a la Edad Media y el cerro ya había sido ocupado en época prehistórica, lo cierto es que todo el conjunto tiene una apariencia bastante moderna.

La ermita actualmente presenta este estado. Tan sólo en el arranque del edificio principal y la torre parece notarse una obra más antigua. En la bici concluiremos el ascenso justo frente a la ermita.
Ya arriba entre otros rituales del culto se procede a quemar los cirios que traen los romeros, lo que provoca que durante la jornada de festejo una humareda negra se divise desde buena parte de los pueblos del entorno de los Filabres y la Sierra Alhamilla.
En las inmediaciones de uno de esos pueblos, Uleila del Campo, como decíamos arriba vamos a comenzar nuestra particular peregrinación hasta la ermita a lomos de una bicicleta. La subida la iniciamos en el p.k. 1 de la AL-5101, concretamente en un puentecillo a poco más de un kilómetro de la aldea de Fuente de la Higuera, aunque, si bien se trata del punto más bajo, hemos de admitir que carretera no se empina verdaderamente hasta poco después de pasar la aldea.
Un peculiar paisaje acompaña las márgenes de la carretera. A nuestro lado se extienden unas lomas cubiertas de olivos y almendros que, cuando la montaña se alza hasta las cumbres de la dorsal de los Filabres, muestran una apariencia desértica con, a lo sumo, la presencia de una vegetación arbustiva.
El trazado de la carretera hasta el Collado del Toril es perfectamente visible en las laderas de la montaña, así como la ermita en lo alto de la Peña de Monteagud. El primero es visible rayando la montaña a media ladera, mientras que de la segunda adivinamos una construcción que se se alza sobre la abrupta cumbre de un cerro que se encrespa nuestra derecha.
El perfecto estado de una carretera recién reasfaltada permite que las ruedas deslicen suavemente por unas rampas que pronto se van a situar en una horquilla próxima al 7% sin más sobresaltos que las que puntualmente llegan al 9 ó 10%.
Todo ello nos va a permitir alcanzar y mantener una velocidad de crucero que nos alce lo más cómodamente posible hasta el collado en unos 5 km. de distancia.

El trazado no resulta tan monónotono como cabía pensar viéndolo desde abajo. Al fondo, a la derecha de la imagen, la peña con la ermita en su cresta.
Aunque cuando visualizábamos el trazado de la carretera desde el inicio del puerto nos llegaba la apariencia de que ésta seguía un trazado rectilíneo, lo cierto es que la carretera dista muy mucho de ser monótona pues, aunque es cierto que lleva un rumbo más o menos lineal hacia el norte, el curveo es siempre constante. Los entrantes y salientes del trazado, así como la ausencia de arboleda junto a la carretera (en realidad a nuestra derecha se va a abrir un barranco cada vez más profundo) permiten que la panorámica de que gozamos vaya mejorando paulatinamente: así vislumbraremos el Desierto de Tabernas, la Sierra Alhamilla y otras sierras litorales, como por ejemplo, La Cabrera. Varios recodos nos permitirán detenernos fuera de la vía y tomar alguna instantánea.
Precisamente a un par de kilómetros del collado, momento en que la pendiente aumenta un par de puntos su dureza, encontraremos varios sitios para detenernos e incluso una fuente para repostar agua a un kilómetro de la cima: buena excusa serán para realizar una parada.

Algún recodo nos permite echar pie a tierra para divisar el trazado del puerto y, por supuesto, el paisaje.
Finalmente, tras la fuente, la pendiente va a descender y podemos nuevamente acelerar el pedaleo hasta el alto. Antes, en cambio, a nuestra derecha un camino -tal vez siguiendo el trazado de la antigua carretera- nos lleva hasta un área recreativa, si hasta allí decidimos desviarnos. Se trata del conocido como “mirador del corral de Magregorio”, lugar donde se encuentran unos antiguos corrales, punto de encuentro de pastores para el trueque y el mercadeo de ganado.
Por el contrario, si optamos como es natural por seguir nuestra ruta, coronaremos por fin el collado del Toril al salir de una curva a izquierda entre taludes para, sin demora, iniciar el rápido descenso hasta Benizalón. Precisamente, tras unos metros de descenso, el pueblo se divisa perfectamente, entre lomas que nuevamente vuelven a estar cubiertas de almendros y olivos, junto con alguna que otra encina que aún resta como representante del original bosque mediterráneo que una vez debió colmar estas sierras.

Tras coronar el collado del Toril, aparece la población de Benizalón, punto en que nos desviaremos en busca de la ermita.
Tras una curva a derechas el camino el descenso no presenta complicación alguna, llegando pronto a un polideportivo con un amplio aparcamiento, e inmediatamente al pueblo. Por si necesitamos hacer un alto antes de seguir nuestro camino hasta el cerro de Monteagud, existe un restaurante a la entrada del pueblo y, caso de que simplemente necesitemos abastecernos de agua, también hay varias fuentes justo en el momento en que nos adentramos en el pueblo y una más al salir del mismo, fuente ésta a la que nos referiremos más abajo.

Travesía con fuerte pendiente descendente. El camino está bien señalizado y el callejeo no tiene pérdida.
Luego de la parada técnica, abandonamos la carretera que nos conduce hacia Benitagla para atravesar Benizalón siguiendo siempre las indicaciones que nos guían inequívocamente hasta el Santuario.
No carece ni de interés ni de intríngulis la travesía de esta localidad, lo primero por la belleza de su caserío serrano que semeja, como otros de la zona, a sus hermanos alpujarreños; lo segundo, por el empinado descenso en cemento a través de un estrecho y sinuoso callejeo hasta dar a parar a la carretera de la ermita.
Como elemento destacable en el conjunto del caserío, además de su estructura morisca, cabe mencionar su iglesia, con advocación a la Virgen de las Angustias, cuyos orígenes se datan a principios del s. XVI. De estilo mudéjar, su estado actual se debe a las distintas restauraciones de que ha necesitado el edificio.
Llegados a la parte baja del pueblo alcanzamos una calle aún en cemento que pronto continúa alquitranada por estrecho camino. Ésta es, por fin, la carretera que nos llevará hasta la ermita. Antes de abandonar el pueblo, justo donde se inicia la carretera, nos encontramos con la Fuente del Caño, que durante siglos fuese abastecimiento único para el pueblo. Ahora para nosotros será el último punto donde rellenar los bidones hasta nuestro regreso de la peña.

Salimos del pueblo por una estrecha carretera que será, por fin, la que nos conduzca hasta Monteagud.
Se inicia a continuación la segunda parte del puerto. Más irregular, según decíamos, que la subida al Toril, pero también de mayor belleza en líneas generales la carretera estrecha se aparta entre huertas de la población para buscar nuevamente la agreste soledad de los Filabres. Y de nuevo también los almendros, olivos e incluso vides hacen acto de presencia en lomas abancaladas.
Avanzamos y, al poco, un cartel nos indica el camino hacia unas ruinas árabes por una carreterilla que parte a nuestra izquierda. Se trata de los restos de una fortaleza no demasiado bien conservada.
Sin llegar a desviaros, continuamos mientras vamos ganando algo de altura a base de fuertes pendientes por una carretera que caracolea tímidamente. Al fondo, inconfundible, se alza el cerro de Monteagud festoneado por la ermita-santuario, blanco penacho. Visible es también el trazado de la carretera entre el pedregal y el bosquete de encinas que sobre éste ralea. Hacia el norte, al otro lado del Almanzora, se alzan las elevadas cumbres de la Sierra de las Estancias y del Saliente y más lejos, y aún más elevada, la Sierra de María.
Concede tregua la cuesta por momentos hasta que tras una fuerte rampa al 11% coronamos un almendral donde llanea la carretera hasta que, tras varias curvas cerradas, un colladito nos sitúa en la ladera sur de los Filabres, momento en que la panorámica se abre hacia el Desierto de Tabernas, la Sierra Alhamilla, el Mediterráneo, la Sierra de Gádor, Sierra Nevada… imagen digna de disfrutarse.
Prolongándose el descansillo, un recodo junto a la carretera nos permite fotografiar también Uleila del Campo a vista de pájaro y escudriñar el trazado del collado del Toril por donde rato ha hemos transitado.

Ganado un collado, cambiamos de aguas y disfrutamos de espléndidas vistas hacia el sur. El pueblo no puede ser otro que Uleila del Campo.
Al cabo de unos cientos de metros abandonamos este balcón natural que nos ofrece la carretera para ganar nuevamente la vertiente norte de los Filabres tras el paso por el collado del Almecino, al decir de los mapas.
Ponemos, pues, fin al cresteo anterior para retomar por enésima y última vez el ascenso. Bien habremos hecho en aprovechar tanto descansillo para recuperar energías, porque lo cierto es que los tres kilómetros y medio que restan van a exigirnos nuestro mejor desempeño.
Rápidamente, además, lo vamos a notar: tan pronto como nos veamos obligados a pelearnos con una cuesta que alcanza el 15% de pendiente máxima. Al poco trazamos una herradura que gemina, contando la segunda con un breve tramo cementado habida cuenta de la fuerte pendiente que salva, a cuyo fin concluye igualmente este duro tramo. Tregua encontraremos, más no descansillo prácticamente hasta la cima. Este momento de transición hasta la traca final nos va a permitir observar de nuevo con detenimiento la estampa de Benizalón, ya lejana, con la Tetica de Bacares asomando entre las cumbres más altas de la sierra. También ganamos amplia perspectiva sobre la ladera sur de esta parte central de los Filabres, sobre todo en una herradura a derechas: ahora llaman especialmente nuestra atención las canteras de Cóbdar, allí donde la roca viva ha sido horadada y rebanada por la acción y el empeño del hombre. A nuestros pies, en efecto, la comarca del mármol.

Las canteras de Cóbdar nos recuerdan que esa parte de los Filabres se conoce como Comarca del Mármol.
Una curva de vaguada a izquierdas nos sitúa ya en el tramo recién asfaltado de la carretera y, en breve, en el punto de mayor dificultad, de una dificultad que irá en aumento. Con ello también el trazado tornará más espectacular, principalmente por la sucesión de curvas de herradura.
Para adornar más, si cabe, este hermoso tramo, llegados al cruce de la pista que baja hasta el puerto de la Virgen vamos a encontrarnos con un pavimento peculiar, consistente en una suerte de fino adoquín que, en realidad, más que piedra resulta ser fábrica de cemento. Ello aporta un toque distintivo a una subida que ya intuimos cercana a su fin. Tras una herradura a izquierdas desciende la pendiente, mientras que otra a derechas nos sitúa en una pequeña explanada de piedra donde se ubica un merendero, unos aseos, una fuente -fuera de servicio, según parece- y un aparcamiento.

Tras el asfalto un «falso adoquín» le confiere un toque distintivo a los últimos metros hasta el área recreativa.
Aquí podríamos haber dado por concluido el ascenso, de no ser porque la ermita se sitúa aún sobre nuestras cabezas. Observamos que hay un acceso para peatones por una escalinata impracticable, como es obvio, para nosotros, pero también un estrecho camino cementado por donde, por ahí sí, podemos intentar llegar hasta el punto más alto. Lo que son las cosas, la rampa más dura del recorrido aún nos estaba aguardando: sin embargo, este último esfuerzo habrá de merecernos la pena.
Cuando entramos en la plazoleta que hay en la cima, la pendiente desciende bruscamente hasta que se nos acaba la explanada frente a la ermita. Impera ahora una larga pausa para disfrutar del magnífico otero que es el cerro de Monteagud.
GALERÍA FOTOGRÁFICA:
- Collado del Toril – Ermita de Monteagud
Mapa:
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donde pone canteras de bedar, hay que poner canteras ce Cobdar.foto 55.
Muchas gracias, subsanado el error.