Estado del firme:**
Dureza:***
Volumen de tráfico:*
Consejos y sugerencias: como casi siempre en Asturias (y sin el “casi”), recomendable una amplia relación de marchas. Si la idea es adentrarse en Los Ancares, además de estudiar bien el recorrido, llevar sobrado avituallamiento.
Rondando apenas la veintena de viviendas empedradas, con su hórreo, su antigua iglesia, su coqueto hotel de montaña y una bodega en que se produce un exquisito y sorprendente caldo pálido de viticultura heroica -algunas vides pueden verse en los contornos-, Cecos es una pequeña parroquia de Ibias ubicada justo al pie del río que da nombre al concejo -salvado por un viejo puente de origen romano- y a apenas unos cientos de metros del inicio del puerto del Connio, justo donde se bifurca la carretera que nosotros habremos de tomar para ascender hacia Pelliceira.

Y es que en el mismo cruce se inician ambas ascensiones, a la izquierda atravesamos el río hacia los Muniellos, de frente tomamos el camino hacia Degaña por la carretera AS-212 en magnífico estado y que, caso de continuar hasta esta última población, se convertirá en una tortura a fuerza de subir y bajar repechones de gran dureza… No se trata, pues, de una zona en la que debamos aventurarnos sin haberla estudiado previamente. Pues bien, precisamente será esta misma carretera, poco después de dos kilómetros largos desde el cruce -de rampa constante y rectilínea al 10% salvo en el tramo final- y un descenso raudo, la que nos va a situar en el desvío a Folgueiras de Boiro, momento crucial del ascenso hasta el punto de que ese primer tramo durísimo va a quedar pronto en el olvido.
Aquí se estrecha la carretera y, aún en bajada, continuamos hasta una vaguada a izquierdas a partir de la cual la cuesta abandona toda tregua durante prácticamente cinco kilómetros de pared. 4,7 km. al 12,4% de pendiente media son las cifras que arroja este terrorífico tramo central que, por si fuera poco, nos saluda con una simpática rampa inicial al 15%.
Con dificultad para mantener una cadencia de pedaleo ligera avanzamos lentamente en pos de Folgueiras. El día nos ha salido nublado y no podemos disfrutar de las vistas hacia el valle, que se intuye precioso. Tampoco alcanzamos a adivinar la situación del pueblo. Lo único que tenemos claro es que la pendiente no ceja y no lo va a hacer en un buen rato.
Al menos esta parte inicial del muro cuenta con un asfalto remozado y con varias herraduras salpicadas que amenizan el ascenso, entre la tupida vegetación que adorna, por momentos, los márgenes de la carretera alternándose con prados cercados. No faltará entre la niebla el concierto de cencerros que nos recuerda la presencia de ganado y que en el descenso debemos ser precavidos.
La niebla -que se recuesta en algunas zonas de la ladera por la que trepamos-, nos abandona en Folgueiras lo justo para que podamos reconocer algunos de los caserones de piedra de la población y también algún que otro hórreo.
A la salida se va a producir un cambio de asfalto que por un momento encontramos tan deteriorado que más parece pista que carretera. Por si fuera poco la cuesta, que había concedido alguna pequeña tregua vuelve a empinarse hasta aproximar sus rampas al 19%. Llevamos ya dos kilómetros y medio desde que tomamos el desvío a Folgueiras y es ahora cuando vamos a afrontar el tramo más duro dentro de esta pared central del ascenso a Pelliceira.

La pendiente se va a instalar en un punto siempre cercano al 14% durante más de un kilómetro de auténtico padecimiento.
La estrechez de la carretera, su trazado, su dureza, el estado del firme y el entorno nos atrapan: toda una golosina para los amantes de los puertos.
Salimos de la niebla por fin. Atrás queda el valle y ante nosotros sólo cuesta y más cuesta. Somos conscientes de que no debe quedar mucho para salir de este tramo: apretamos los dientes y poco a poco ganamos un collado.
La carretera ha entrado en provincia de Lugo. De hecho, va a entrar y salir en varias ocasiones hasta llegar a Pelliceira.
Aunque quedan aún varios kilómetros para coronar el alto, lo cierto es que ya damos por finiquitado el ascenso, porque lo que nos resta hasta la cima es un paseo en comparación con lo que hemos ya superado. Tan sólo el kilómetro final vuelve a exigirnos un poco más de tensión en la pedalada, pero a esas alturas iremos gozando de un paisaje que nos deja imágenes para el recuerdo, sobre todo al entrar en el valle de Ancares, con la aldea de Pelliceira como una suerte de poblado en el inmenso mar de nubes.

Hasta allí llegaremos en falso llano, tras un breve descenso. Buscando la salida hacia Murias disfrutamos de una hermosa travesía. Estamos tan al límite de la provincia de Lugo que una parte de la población de Pelliceira se encuentra dentro de la provincia gallega. Las casas empedradas con techumbres pizarrosas -que vienen a sustituir los tradicionales teitos de paja-, su remozada iglesia, dedicada a San Bernardino, y unos magníficos ejemplares de hórreo dentro de un paraje de excepcional belleza nos invitan a detenernos a tomar alguna que otra foto: cicloturismo de muchos kilates.
Y, porque en estos parajes no conviene aventurarse sin combustible, una fuente justo al comenzar el descenso nos permitirá repostar a la vez que nos invitará al descanso: y es que estamos demasiado cerca de Ancares como para darle de lado.
GALERÍA FOTOGRÁFICA.












































Mapa:
Categorías:Altimetrías, Asturias, Puertos de Montaña
Echábamos de menos vuestras fabulosas crónicas y vuestras hermosas altimetrías y fotos.
Bravo por el buen rato que nos habéis hecho pasar.
Un abrazo muy fuerte, chavales!!!
😉
Hombreeee, Emilio, encantados de volver a saludarte.
Ya ves, de vez en cuando hay que ir sacando cositas, que se nos queda el asunto parado.
Otro fuerte abrazo para ti también!!!!