Altimetrías

Ancares por Pan do Zarco, nuestro Mortirolo.

Estado del firme:***

Dureza:****

Volumen de tráfico:*

Consejos y sugerencias: es recomendable revisar el desarrollo, adecuándolo a la dureza mantenida de las rampas de Ancares. Además, caso de llevar a cabo ruta por la zona, conviene echar alguna que otra barrita de más, pues pocos lugares encontraremos donde reponer fuerzas.

Coronamos el puerto de Ancares en inmensa quietud.

Segmento Strava

El extremo occidental de la Cordillera Cantábrica esconde fantásticos parajes para perderse y desconectar, salpicados de pequeñas poblaciones que -como si el tiempo se hubiera detenido en ellas años ha- conservan, de un lado, las tradiciones y costumbres ancestrales, y, de otro, la apariencia y arquitectura de épocas pretéritas. Todo ello dentro de un marco natural incomparable conformado por profundos valles y altas peñas, que son a día de hoy refugio de osos y lobos.

Carreteras estrechas, irregulares, con interminables pendientes de doble dígito llevarán al ciclista al límite de su capacidad física. La inmensidad de los valles, la ausencia de casi cualquier atisbo de civilización durante empinados kilómetros en que la bici avanzará muy lentamente pondrán a prueba nuestra templanza.

Primeras estribaciones del puerto, mucha vegetación y pendientes amables.

Tras el descenso de Serra Morela, revirado, estrecho y pendiente, vamos a dar inicio a este puerto de Ancares en un pequeño puente sobre el río Murias con un par de kilómetros ciertamente amables que no deben llevarnos a engaño. Se trata de un mero calentamiento para lo que está por llegar, pues, una vez dejado a la izquierda el cruce que nos lleva a Asturias por la remota aldea de Pelliceira, afrontamos un kilómetro favorable y, ahora sí, al transitar sobre el río Balouta (donde también encontramos unos carteles informativos, kilómetro a kilómetro, de la pendiente del puerto), el tema se pone interesante.

Tras el río Balouta se acaban las concesiones: poco más de 8 km. a casi el 11% de pendiente media.

Ancares es uno de esos puertos que hasta hace no muchos años era desconocido por el gran público, aunque entre los aficionados a los puertos era ya todo un mito antes de que se ascendiera por primera vez en la Vuelta a España de 2011. Altimetrías, informes y dosieres elaborados por aficionados (abanderados por la Plataforma Recorridos Ciclistas) daban buena cuenta de las características de un paso de montaña que cuenta con dos vertientes y múltiples variantes que permiten auténticos rutones de extrema dureza.

Precisamente en 2014, la última vez que se ascendió en La Vuelta, se hizo por la variante de Pan do Zarco, la que es considerada con cierto consenso como la más dura de todas, con victoria de Alberto Contador en dura pugna con Chris Froome y con Alejandro Valverde y Purito Rodríguez en tercera y cuarta plaza respectivamente, lo que habla a las claras del pedigrí de este coloso al que suele compararse, no sin razón, con el italiano Passo del Mortirolo.

La Peña de Murias, estandarte de la vertiente de Pan do Zarco, ya la atisbábamos desde el descenso de Serra Morela.

Y es que su tramo central de poco más de 8 km. seguidos a casi el 11% de pendiente media lo asemeja muchísimo al puerto italiano, siendo también un paso natural entre valles, no una carretera sin salida.

Al paso por el río, como decíamos, se inicia la cuesta y el cartel ya nos pone sobre aviso de que ese primer kilómetro ya es cosa seria. Entre una tupida arboleda la carretera sortea la ladera a fuerza de trazar varias curvas de herradura ganando altura sobre el fondo del valle rápidamente.

Se retuercen las herraduras camino de Murias.

Pronto llegamos a Murias, una pequeña aldea que hunde sus raíces en una ancestral tradición minera que remonta como poco a la época romana. De hecho, se ha atestiguado la presencia romana en el campamento de Recacha, de finales del S. I a. C., cuyos restos se hallan no muy lejos de Murias, y también se ha encontrado una pequeña inscripción en latín que reza IOVI (“en honor a Júpiter”) al pie de la Peña de Murias, por donde habremos de transitar en breve.

La arquitectura del emplazamiento, por su parte, nos muestra unos hermosos caserones en piedra con techumbre de pizarra que quedan siempre a nuestra izquierda hasta que alcanzamos el cruce hacia Pan do Zarco.

Murias a la izquierda, en breve giraremos a la derecha por la pista que nos conduce a Pan do Zarco.

Bien señalizado, no hay pérdida alguna en este punto. Siguiendo de frente la carretera viene a parar al mismo punto que la que vamos a tomar, sólo que remontando el río Balouta, pero nosotros, al girar a la derecha, iremos por un atajo: más corto, con mayor pendiente y, de añadido, por carretera más estrecha y rugosa.

Rápidamente vamos a notar el incremento de la pendiente con unas rampas que se acercan al 20% en repetidas ocasiones. Al poco, a nuestra derecha, la ladera se descuelga en profundos barrancos, a la izquierda, en cambio, aparecerá pronto la encrespada Peña de Murias, arriba mencionada, en el que es uno de los puntos más característicos de esta subida. La belleza del lugar, la grandiosidad del valle nos sobrecogen y nos hacen olvidar por un instante el esfuerzo que exigen las rampas que estamos superando.

Duras rampas sostenidas en todo este tramo hasta Pan do Zarco.

La carretera paulatinamente va trazando un giro a izquierdas y nos adentramos en una suerte de vaguada. Las laderas de la montaña a izquierda y derecha se van cerrando y la carretera busca salida donde ambas se encuentran.

En este punto nos topamos con varios centenares de metros de descansillo que dan para poco más que echar mano del bidón y recuperar el resuello, porque tras sortear varias vaguadas la carretera vuelve a situarse por encima del 10%. Cierto es que lo peor ya ha pasado, pero también que el cansancio hace mella y sumado a lo anterior los tres siguientes kilómetros resultarán demoledores.

Tras pasar la Peña de Murias, la carretera se ha ido encajonando.

Además, la ausencia de buenas panorámicas y el trazado rectilíneo no ayudan demasiado a superar el trance. Suerte tendremos de que el viento no sople de cara en esta zona, ya que la tupida arboleda del tramo inicial ha ido dando paso a una zona dominada por helecho y matorral bajo.

A la salida de la vaguada, como un oasis, asoman las pallozas de la braña de Pan do Zarco. Estas pallozas se usaban durante la época del año en que, al retirarse las nieves, quedaban los pastos frescos para el ganado, por lo que el pastoreo es el origen del pequeño poblado que, tras ser restaurado, ha trocado los techos originales de paja por unos más resistentes de pizarra.

Pallozas restauradas en Pan do Zarco, justo antes de llegar a una fuente de fresquísimas aguas.

Al pasar por Pan do Zarco nos citamos con su fuente para la vuelta y, de camino, para demorarnos durante un lapso en en esta escondida senda huyendo del mundanal ruido, parafraseando al poeta.

Continuamos ascendiendo ladera arriba. Un vistazo hacia atrás nos devuelve unas magníficas vistas sobre Los Ancares. De frente, según vamos remontando la loma, comienzan a aparecer las cumbres de las montañas que flanquean el puerto de Ancares con cumbres como el Cuiña y el Miravalles que se aproximan a los 2.000 m. de altitud. Al poco la pendiente ceja y los dos últimos kilómetros hasta empalmar nuevamente con la carretera de Balouta nos dan un más que merecido respiro.

Enlazamos con la carretera de Balouta en La Cruz de Cespedosa.

Enlaza el camino de Pan do Zarco en la Cruz de Cespedosa donde, quizás haciendo honor a su nombre, se ubica una encrucijada de cuatro caminos: el que nosotros acabamos de recorrer, el que viene desde Piornedo, el que baja hacia Balouta y el que sigue subiendo hasta el puerto de Ancares, cuya cima nos era ya perfectamente visible antes del cruce.

Así pues, recuperados tras dos kilómetros suaves de ascenso y espoleados por la visión del final del puerto, recobramos nuevos bríos y hostigamos nuestros pedales violentamente, henchidos por la consecución del logro que estamos cercanos a alcanzar. Además, la carretera aún se seguirá mostrando humana durante un kilómetro más y sólo los 1.500 m. finales presentarán batalla.

Carretera más ancha. Los dos últimos kilómetros vuelven a exigirnos un gran esfuerzo.

Sin embargo, marchamos ya tan embriagados del magnífico entorno, tan ensoberbecidos por doblegar tamaño coloso, que olvidamos por unos instantes la dureza de este último tramo.

Al torcer la última herradura -situada en provincia de León- restarán unos 500 m. finales rectilíneos para terminar de paladear merecidamente el ascenso y, ya en la cima del puerto (en provincia lucense, según cartografía oficial del IGN), nos deleitaremos con las vistas hacia ambas vertientes del puerto. Quizás no sea tan duro como el Mortirolo, cierto, pero sin desmerecer en nada.

Coronamos el puerto. En la cima un mirador y una gran explanada que se amplió para dar cabida a la meta de la etapa de la Vuelta a España 2014.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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